22.4.07
Disuadir en la educación inteligente
El niño tiene que "percibir los beneficios claros que le reportará optar por la conducta adecuada. Las regañinas, amenazas, chantajes, gritos, etc., no disuaden de forma inteligente".
Cuando el niño no hace lo que debe o realiza acciones que pueden perjudicarle, el educador debe utilizar estrategias de firmeza, que ofrezcan alternativas y el niño pueda elegir y sentirse protagonista y además, que perciba los beneficios claros que le reportará optar por la conducta adecuada. Las regañinas, amenazas, chantajes, gritos, etc., no disuaden de forma inteligente.
Forma de hacerlo: llama al niño (a) por su nombre en tono firme y cálido mientras le tocas en el hombro y le coges las manos y expresas la orden o mensaje que pretendes hacerle comprender de forma clara y firme: ¡NO!, ¡VALE! ¡YA ESTÁ BIEN! A continuación le indicas con claridad lo que está haciendo mal: "Empujar a tu hermana", "quitarle los juguetes", "ponerle la zancadilla", "hacerle llorar"… (diversas conductas negativas). Después tienes que darle una razón clara de por qué "empujarle a su hermana" está mal, porque le hace daño y para que lo observe y sufra en sí mismo el adulto puede darle al niño un empujón que no le haga daño, pero le haga sentir la molestia y el desagrado de padecer la violencia que ejerce el otro, aclarándole al niño que se realiza esta acción por una persona mayor como es su padre o su madre y vea que lo que hace molesta en gran manera.
Se puede hacer a continuación el siguiente razonamiento: "Si un niño mucho mayor que tú te hace en el colegio, lo mismo que tú le haces a tu hermano, ¿te molestaría mucho, verdad? Pues piensa que no debes hacer a nadie lo que a ti también te molestaría.
Después de esta observación, el educador debe dejarle claro al niño que sabe muy bien que es capaz de ser bueno y de portarse bien y está convencido de que en lo sucesivo tratará a su hermano lo mismo que le gustaría a él ser tratado por chicos mayores.
Se le puede pedir que durante un rato, a la vista de papá y/o mamá, juegue con su hermano de forma divertida, pasándolo bien y sin hacerle ningún daño: "Te observaré durante un buen rato para ver cómo te comportas y sabes tratar a tu hermano y te felicitaré después, por lo bien que estoy seguro que sabrás hacerlo".
Las consecuencias de su buena acción serán que cuando vengan los abuelos y los tíos, se enterarán de que Carlos se está comportando estupendamente con su hermana y lo contentos que estamos todos por su nueva conducta.
Esto es un simple ejemplo, pero encierra las claves de cómo disuadir desde una "Educación inteligente", sin amenazas, sin gritos y procurando facilitar las cosas para que el niño aprenda a decantarse por conductas buenas que le reporten palabras de aliento y de beneplácito por parte de sus padres y educadores
Bernabé Tierno 23 de marzo de 2007
El niño tiene que "percibir los beneficios claros que le reportará optar por la conducta adecuada. Las regañinas, amenazas, chantajes, gritos, etc., no disuaden de forma inteligente".
Cuando el niño no hace lo que debe o realiza acciones que pueden perjudicarle, el educador debe utilizar estrategias de firmeza, que ofrezcan alternativas y el niño pueda elegir y sentirse protagonista y además, que perciba los beneficios claros que le reportará optar por la conducta adecuada. Las regañinas, amenazas, chantajes, gritos, etc., no disuaden de forma inteligente.
Forma de hacerlo: llama al niño (a) por su nombre en tono firme y cálido mientras le tocas en el hombro y le coges las manos y expresas la orden o mensaje que pretendes hacerle comprender de forma clara y firme: ¡NO!, ¡VALE! ¡YA ESTÁ BIEN! A continuación le indicas con claridad lo que está haciendo mal: "Empujar a tu hermana", "quitarle los juguetes", "ponerle la zancadilla", "hacerle llorar"… (diversas conductas negativas). Después tienes que darle una razón clara de por qué "empujarle a su hermana" está mal, porque le hace daño y para que lo observe y sufra en sí mismo el adulto puede darle al niño un empujón que no le haga daño, pero le haga sentir la molestia y el desagrado de padecer la violencia que ejerce el otro, aclarándole al niño que se realiza esta acción por una persona mayor como es su padre o su madre y vea que lo que hace molesta en gran manera.
Se puede hacer a continuación el siguiente razonamiento: "Si un niño mucho mayor que tú te hace en el colegio, lo mismo que tú le haces a tu hermano, ¿te molestaría mucho, verdad? Pues piensa que no debes hacer a nadie lo que a ti también te molestaría.
Después de esta observación, el educador debe dejarle claro al niño que sabe muy bien que es capaz de ser bueno y de portarse bien y está convencido de que en lo sucesivo tratará a su hermano lo mismo que le gustaría a él ser tratado por chicos mayores.
Se le puede pedir que durante un rato, a la vista de papá y/o mamá, juegue con su hermano de forma divertida, pasándolo bien y sin hacerle ningún daño: "Te observaré durante un buen rato para ver cómo te comportas y sabes tratar a tu hermano y te felicitaré después, por lo bien que estoy seguro que sabrás hacerlo".
Las consecuencias de su buena acción serán que cuando vengan los abuelos y los tíos, se enterarán de que Carlos se está comportando estupendamente con su hermana y lo contentos que estamos todos por su nueva conducta.
Esto es un simple ejemplo, pero encierra las claves de cómo disuadir desde una "Educación inteligente", sin amenazas, sin gritos y procurando facilitar las cosas para que el niño aprenda a decantarse por conductas buenas que le reporten palabras de aliento y de beneplácito por parte de sus padres y educadores
Bernabé Tierno 23 de marzo de 2007
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