25.1.07

 
NIÑOS: POR UNA INFANCIA FELIZ

1- DERECHO A SER AMADOS: Todos los niños han nacido para crecer, desarrollarse, vivir, amar y establecer unas necesidades y unos sentimientos que les sirvan de protección.

2- RESPETO Y PROTECCIÓN: Para desarrollarse, los niños necesitan que los adultos les respeten y les protejan, que les tomen en serio, que les quieran y que les ayuden a orientarse en el mundo.

3- LOS ABUSOS DEJAN HUELLA: Cuando estas necesidades vitales fallan y, en su lugar, los adultos abusan de ellos para satisfacer sus propias necesidades, explotándoles, maltratándoles físicamente, castigándoles, manipulándoles, ignorándoles o engañándoles cuando no hay nadie delante como testigo, su integridad se ve lastimada por mucho tiempo.

4- RECUERDOS BORRADOS: Las reacciones normales ante estos ataques deberían ser el miedo y el dolor. Como a los niños inmersos en este ambiente dañino les está prohibido expresar su rabia, y como sería insoportable experimentar su dolor a solas, se ven forzados a olvidar sus sentimientos, a reprimir cualquier clase de recuerdo traumático y a idealizar a quienes son realmente los autores de los abusos. Con el paso del tiempo, aprenden a no recordar.

5- LA REPRESION GENERA VIOLENCIA: Los sentimientos de ira, vulnerabilidad, desesperación, añoranza, ansiedad y dolor, disociados de su causa original, desarrollan como única salida actos destructivos contra los demás o contra sí mismos.

6- SE REPITE CON LOS PROPIOS HIJOS: Cuando estas personas se convierten en padres, frecuentemente descargan sobre sus hijos todo el maltrato del que fueron víctimas durante su niñez; es decir, que emplean a sus hijos como chivo expiatorio.

7- EL APOYO DE LA SOCIEDAD: Es esencial que, al menos una vez en su vida, los niños maltratados estén en contacto con una persona que crea sin ninguna duda que es el ambiente –y no ellos- lo que ha fallado. Aquí está la clave, la gran oportunidad para que familiares, asistentes sociales, terapeutas, profesores, médicos, psiquiatras, funcionarios y enfermeras apoyen al niño y crean en él.

8- NO CULPAR A LA VICTIMA: Hasta hace poco, la sociedad, siguiendo teorías basadas en los principios pedagógicos de nuestros bisabuelos, ha protegido al adulto y ha culpado a la víctima.

9- ADMITIR QUE EL DRAMA EXISTE: Las experiencias traumáticas reprimidas en la infancia se “almacenan” en el cuerpo y, aunque inconscientes, ejercen su influencia incluso cuando se es adulto. Pruebas electrónicas practicadas en el feto muestran que un niño responde y aprende tanto de la ternura como de la crueldad desde muy pronto.

10- ECHAR LUZ SOBRE EL PROBLEMA: A la luz de este nuevo conocimiento, incluso los comportamientos más absurdos revelan su lógica oculta una vez que las experiencias traumáticas de la niñez ya no necesitan permanecer “en la oscuridad”.

11- EL FINAL DE LA VIOLENCIA: Sensibilizarnos a la crueldad con la que se trata a estos niños, por lo general negada hasta el momento, y a las consecuencias de estos malos tratos, conduce tarde o temprano al fin de la perpetuación de la violencia generación tras generación.

12- POR UNA INFANCIA FELIZ: Las personas cuya integridad no ha resultado amenazada en la infancia, a las que sus padres han protegido, respetado y tratado honestamente, son responsables, sociables y sensibles. Harán frente a las amenazas que puedan producirse en su etapa adulta de manera más racional y creativa. Disfrutarán de los placeres de la vida y no sentirán necesidad de herir a los demás o a sí mismos.


Extraído de la Revista Mente Sana Nº 17

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