21.4.07
LA PAREJA ACABA, LA COPARENTALIDAD CONTINUA. CLAVES PREVENTIVAS
Voy a tratar de transmitiros, con toda la claridad que sea posible en este breve espacio de tiempo del que disponemos, la importancia esencial que para nuestra sociedad, para cada familia, para cada profesional, para cada padre y madre TIENE, evitar el SUFRIMIENTO ESTERIL de los bebés, niños y adolescentes.
Voy a hablar de PREVENCION. (Soy formadora en el ámbito de la prevención tanto para profesionales como para padres. Y creo profundamente en ella, porque veo que es posible cambiar, mejorar y favorecer un clima afectivo más saludable en la infancia. ) Hablar de prevención en este caso, significa evitar, que además del dolor infantil habitual ante la separación parental, se sume el sufrimiento gratuito que muchos niños arrastran por falta de prevención.
Se que es muy difícil, cambiar el CHIP en tan poco tiempo.
Se que es muy difícil, desarrollar la capacidad de EMPATIZAR, de ponernos en el lugar del otro, cualidad poco extendida en nuestra sociedad. De lo contrario, no habría cabida para tantas guerras, maltrato en la infancia, maltrato a los mayores y entre adultos…. Si hubiera realmente empatía, y respeto por las necesidades del otro todo sería más sencillo.
Pero la realidad es que en lugar de empatía, hay mucha desinformación. En lugar de empatía, hay muy poca formación y demasiado desconocimiento.
Porque, sabéis cuál es el oficio más antiguo de la humanidad? algunos dirán que la prostitución. Será el segundo quizá); el más antiguo es el difícil oficio de SER PADRES.
Y dónde se aprende? Dónde se examina y se aprueba o suspende?.
Las parejas se crean, y los hijos nacen y crecen. Los padres, aislados en su núcleo familiar y estresados por la vida actual, reproducen muchas veces modelos parentales interiorizados, que vivieron con sus propios padres. Lo curioso, es que cuando somos pequeños queremos y prometemos que nunca repetiremos este modelo que nos hizo daño con nuestros propios hijos: gritar, castigar, pegar….
Y así, las familias se forman y funcionan como pueden, sin acceder a lugares para reflexionar sobre QUE y COMO EDUCAR DESDE LA SALUD a sus hijos…Y volvemos a repetir modelos que podrían ser muy mejorados…para satisfacción nuestra y beneficio de nuestros hijos.
Si una pareja va a tener hijos y no recibe ninguna formación sobre el desarrollo evolutivo de los niños, ni sabe como progresa su mundo emocional y cuáles son sus verdaderas necesidades afectivas en función de la edad concreta….y aún así constituye una familia….
Qúe es lo que ocurre cuando deciden separarse?
Realmente, la pareja conoce los pasos preventivos necesarios para que los hijos reciban el MENOR impacto emocional ante su separación?
¿Tienen un lugar donde expresar y elaborar las emociones que se experimentan antes, durante y después de su separación?: dudas, incertidumbres, miedos, impotencia, se viven en solitario, sin saber cómo canalizarlo y cómo evitar que estas emociones de los adultos, inunden a los espectadores inocentes que son los hijos en el sistema familiar.
Por tanto lo más importante es, qué en función de COMO se separen los padres, va a tener unas repercusiones emocionales u otras en los hijos.
De ahí la importancia de las medidas preventivas a adoptar a poder ser, ANTES de la separación de los padres.
Es posible que en la sala haya además de profesionales, padres en vías de separación, o ya separados o divorciados.
Quiero alertar, que cuando hablamos de temas preventivos, con frecuencia aparece como consecuencia de la comprensión de este abordaje, un sentimiento que es poco saludable y además poco eficaz: EL SENTIMIENTO DE CULPA.
No se trata de sentirnos culpables por lo que no hicimos, o por lo que hicimos incorrectamente. Se trata de, independientemente del punto en que nos encontremos, CAMBIEMOS EL CHIP y miremos con ojos de niño, con los ojos de nuestros hijos, con sus emociones internas y necesidad de seguridad, y desde ahí modificar todo lo que sea posible. Y siempre es posible modificar algo, máxime si ese “algo” es algo tan importante como nuestra actitud ante la separación.
Bien, vamos a abrir este espacio de reflexión. Aquí no habrá recetas mágicas, sino una aportación para la reflexión, donde priorizar el respeto por las necesidades emocionales infantiles, sea el objetivo esencial y central. Vamos a atender al COMO podrían realizarse las separaciones para mitigar el QUE sienten los hijos.
Sabemos que en pocas décadas, la familia ha sufrido muchos cambios. Hasta primeros del s.XX, la familia extensa compuesta por varias generaciones, vivían en el mismo hogar. En la primera mitad del s. xx, se busca la intimidad y surge la familia nuclear compuesta por hijos y padres y considerada el prototipo de seguridad (seguridad relativa, porque siempre ha existido conflictos, abusos, maltrato, etc.).
Hoy en día la familia nuclear, “ha dejado paso a la familia plural y llena de incertidumbre” (Flecha y otros 1999): Familias monoparentales, padres de un mismo sexo, etc., nos marcan la evidencia de que la familia se ha DIVERSIFICADO en su forma.
Estos cambios, requieren una profunda y constante reflexión, ya que es evidente que nuestra sociedad se enfrenta a una gran diversidad de modelos familiares en la actualidad.
Cambia la FORMA de la familia, sí. Pero, ¿cambian las necesidades emocionales de seguridad, de los hijos si son pequeños y no tan pequeños?
Desde la Teoría y práctica del apego, del vínculo, constatamos que aunque haya cambios estructurales en la familia, las figuras de apego deben de seguir representando una fuente inagotable de seguridad.
Los niños, establecen lazos afectivos con los padres, que son fundamentales para su bienestar y seguridad emocional.
Este tema, es de crucial importancia para la prevención y la salud. Aunque sea brevemente, tenemos que saber que la necesidad del vínculo, es BIOLOGICA y cumple una función de supervivencia para la especie humana, al igual que para otros mamíferos. El vínculo es un lazo afectivo, que se caracteriza por la búsqueda de proximidad física, visual o emocional, en función de cada etapa del desarrollo. Se constituye durante la infancia, siendo observable en el primer año de vida. Existen una serie de investigaciones muy interesantes al respecto, y remito a los interesados a varios libros de la “Teoría del apego”(“Vínculo Afectivo”. “Pérdida afectiva”. Vínculos afectivos”. Todos de Jhon Bowbly.).
Cuando por razones de pérdida, abandono, o separación, este vínculo se rompe o se impide, se han observado que aparecen una serie de respuestas a tener muy presentes, en caso de niños menores de tres años: La primera fase, es la denominada de “protesta”, caracterizada por un intenso llanto, en un intento de hacer regresar a la figura que da seguridad. La segunda, si no se produce el reencuentro, se denomina “de desesperación”. Es la que se observa cuando los niños-as ya no pueden ser consolados por nadie, salvo la figura de apego. Y la última y a evitar siempre, es la de resignación. Esta tercera fase, es la que se produce en edades tempranas, si no es atendido de forma repetida el llanto de los bebés.
Conocer la teoría del apego y las respuestas a las rupturas del vínculo, nos permite hacer una lectura más adecuada, en el caso de separación de los padres. Implica tener consciencia, de la importancia de PRESERVAR EL VINCULO con ambos padres, independientemente de que se produzca un divorcio de la pareja. Las consecuencias de las actitudes negligentes o ignorantes, del derecho de mantener el vínculo con ambos padres, pasarán factura más adelante repercutiendo tanto en la salud emocional directa del pequeño-a, como en la calidad vincular y seguridad ante el mundo en la etapa adolescente e incluso adulta. Romper, impedir un vínculo, tiene consecuencias que los padres y profesionales, debemos prevenir.
Continuando con la importante aportación del apego:
De una forma resumida, podríamos afirmar que existen 2 tipos de vínculos esenciales: el seguro y el inseguro. Estos se crean a lo largo de la primera infancia, con cada progenitor. Es decir, durante el primer año de vida, existen ya unos claros indicios que nos permiten saber si un bebé y luego niño, cuenta con una vivencia interna de seguridad, gracias a la disponibilidad de los padres y si tendrá o no un vínculo seguro con cada progenitor. (Situación extraña)
Esta formación del vínculo ofrece muchas combinaciones, ya que con uno de los progenitores, y en base a la interacción creada puede ir formándose un vínculo seguro y con el otro inseguro. O con los dos el vínculo es seguro o con ambos inseguro.
Para la salud, el objetivo es que el niño pueda establecer un vínculo seguro, desde el cual explorar el mundo. Y esto sólo es posible, cuando cada niño siente esa actitud amorosa que se llama “disponibilidad afectiva” e incondicionabilidad que sólo los padres pueden ofrecer. Y para ello es fundamental que se respete los años de dependencia natural de la infancia. La dependencia es esencial para alcanzar la autonomía en la etapa adulta. Muchos padres creen que el ideal, es que el niño sea independiente pronto, y para eso intentan que desde bebé no reclame demasiado. Lo que se ignora, es que los bebés “independientes”, no lo son. Sino que han desarrollado un vínculo inseguro, han renunciado al derecho de interactuar, pedir y esperar recibir.
De cualquier forma, esto forma parte ya del apasionante abordaje preventivo que comienza desde el embarazo y se mantiene los 6 primeros años de vida, etapa en la que se construye el carácter de una persona. Para eso, están los grupos de padres y las consultas familiares: para intentar fomentar el vínculo seguro.
Bien, pero lo destacable, es que el VINCULO se debe respetar y fomentar MAS ALLA DE QUE LOS PADRES SEAN PAREJA O NO. Por que favorecer un vínculo seguro con ambos progenitores, es sinónimo de SEGURIDAD y Autoestima en el niño-a, y ese debiera ser el objetivo central de toda pareja, esté unida o separada.
Todo este trabajo preventivo y que fomenta el vínculo como base de seguridad en la personalidad del niño es tan fundamental, que debe prolongarse en caso de separación y divorcio.: todos queremos lo mejor para nuestros hijos, sin embargo en situaciones de estrés como es el divorcio o separación, perdemos de vista este objetivo en ocasiones y los hijos quedan en un segundo plano. Y sufren, sufren más allá de lo necesario.
El objetivo del abordaje preventivo, es que ellos sean PRIORITARIOS, aun cuando haya un proyecto o proceso de separación en curso… Porque la pareja acaba pero la función de padres no debe acabar.
Y las frases como “si, muy bien, pero eso es muy difícil” o “ya como si fuera tan fácil”, son realidades sólo en parte, porque no pueden constituir un obstáculo para lograrlo. Y menos, una excusa. De ahí la importancia de no perder de vista el foco de atención (los hijos), aun en la tormenta de una separación.
Como padres y profesionales, somos responsables de nuestros actos, que no culpables. Y si queremos lo mejor para nuestros hijos, y nuestra sociedad, tenemos que empezar a cambiar ya, el chip y nuestra actitud. Y si para ello, es necesario pedir ayuda a profesionales especializados, o a la mediación familiar, habrá que reconocerlo y hacerlo. Pues la factura que pasaran los hijos mañana por no intentarlo, será mayor que cualquier esfuerzo o dolor de hoy. Esa es la postura de la Prevención.
Bien, continuamos con el hilo de la exposición, una vez situado el objetivo preventivo prioritario EN los hijos.
Hasta ahora, tradicionalmente se ha considerado que la RUPTURA DE LA PAREJA, implica la DESTRUCCION DEL SISTEMA FAMILIAR. Y desgraciadamente en muchos casos, es así.
Pongamos un ejemplo a través de este relato:
“Mis padres decidieron una noche, que ya no querían seguir viviendo más tiempo juntos.
Yo no entendía nada. Y no sabía lo que iba a suceder a partir de ese momento. Me dijeron:
Papá y mamá, ya no se quieren.
Cómo es posible? Si yo os quiero a los dos. Qué ha pasado? Qué he hecho?. Les miré sin entender.
Ellos, estaban tensos, nerviosos, inquietos y casi no se miraban el uno al otro.
A partir de ahí, empezó una guerra, en la que el territorio a conquistar, era yo”.
Todas las guerras son absurdas y sus consecuencias son terribles, como bien sabemos. . Hablan de la incapacidad de los seres humanos para dialogar y negociar. Pero esta guerra es la más dolorosa, porque el campo de la batalla, se libra en el terreno del niño. Y muchos padres, inmersos en su dolor, rabia o desesperación, no perciben el desgarro de sus hijos o no saben leer en sus síntomas físicos.
Por otro lado, la separación de los padres, arrastra en muchos casos a los hijos, creando rupturas en los vínculos que DEBIERAN ser respetados, más allá de las diferencias entre adultos. Porque en la ruptura del vínculo de los niños con las figuras de referencia (el otro progenitor, los abuelos, los tíos, los amigos, etc.), el gran perjudicado es siempre el niño-a. La separación de la pareja, no debe implicar la desaparición de los vínculos con el entorno que ha sido hasta entonces y es SU familia completa: abuelos, tíos, primos y amigos.
Hoy en día, cada vez se acepta más la idea de que la separación, es el fin de la pareja, pero no el fin de la familia. Lo que está ocurriendo, es que se da una nueva forma de organización dentro de un marco de relaciones diferentes entre sus miembros (Arditti y Keith 1993). Esto, nos guste o no es un reflejo claro de una nueva manera de adaptarse a la realidad cambiante de nuestra sociedad.
Veamos algunos mitos sobre el Divorcio y los hijos
1) Los padres siempre deben permanecer juntos por el bienestar de sus hijos.
Cuántos padres, prolongan una relación acabada por temor a la consecuencia en los hijos? Cuántos padres se sienten culpables, porque no pueden cumplir el ideal de pareja para toda la vida?.
Investigaciones importantes, señalan que “la continuación en el sistema familiar, “por los hijos” en caso de desavenencias, es la causa de la predisposición de los hijos, a tener dificultades matrimoniales en la edad adulta (Amato, 91).
Y es más, “los hijos involucrados en las discusiones y conflictos conyugales, reciben de los padres la evidencia de que sus progenitores no son capaces de darles orientación ni seguridad suficiente, con el consiguiente sufrimiento emocional (Jacobitz)
Por tanto, el divorcio, es la solución última pero más saludable, que la permanencia en un entorno negativo para el desarrollo emocional de los hijos.
2) Otro mito frecuente:
El divorcio de los padres, tiene efectos negativos e irreversibles en sentido absoluto, para los hijos.
Si bien, es cierto que los efectos de la separación de los padres, tienen frecuentemente consecuencias negativas en los hijos, el factor tiempo en el proceso de separación y el COMO se realiza, son fundamentales.
El factor tiempo, hace referencia, al periodo que pasa desde que se comienza a gestar la separación, hasta que se plantea y se decide.
Se sabe, que los enfrentamientos prolongados de los padres, producen un aumento del riesgo de desarrollar estados de ansiedad y depresión: Los niños desarrollan estrés y temor ante los conflictos observados y el temor a la pérdida de uno de los padres (Reiss 1994. Hetheringhton 1999).
Pero lo interesante, es que los hijos de familias NO divorciadas, pero CON una alta conflictividad tienen mayores problemas de adaptación y de autoestima que los hijos de familias intactas o divorciadas pero con bajo nivel de conflictividad (Amato, keith, 1991. Amato Loomis y Booth, 1995). Esto significa que no es tan esencial que la pareja esté divorciada o no, sino el grado de conflictividad presente y el COMO lo resuelven. Es más hay estudios que demuestran que una familia intacta pero conflictiva, puede ser más perniciosa para la salud mental de los hijos, que un hogar estable tras el divorcio.
Por el contrario: un caso de conflicto mal resuelto:
En una separación, la situación empeora todavía más, si los niños se ven obligados a elegir entre uno de los padres (conflicto de lealtades): el niño se siente atrapado, incluso amenazado entre 2 progenitores, cuyo campo de batalla son los hijos (Buchanan, Maccoby & Dornbusch 1991). De ahí, la importancia de aprender a dialogar, negociar y resolver conflictos tanto en pareja, como en proceso de divorcio.
Llegado a este punto, es importante señalar que el conflicto en si mismo, no es negativo. Forma parte de la vida. Pero el conflicto permite dos opciones: el enfrentamiento basado en intereses, o el aprendizaje de la negociación, basado en el reconocimiento de unos valores De hecho, no es tan importante el conflicto en si presenciado por los niños, sino si los padres saben resolverlos adecuadamente. Se ha constatado que la ansiedad que provoca en los niños los conflictos observados entre sus padres u otros adultos, disminuye radicalmente, cuando percibían que se resolvían (Ek-Sheikh, Cumming & Goetsch 1989)
En cuanto a la repercusión en los hijos de la separación de los padres, podemos preguntarnos; es un hecho traumático la separación de los padres?
NO necesariamente constituye un hecho traumático en los hijos, si se les permite seguir queriendo a ambos y estar con ambos padres. Antes se consideraba un trauma irrecuperable, ahora una CRISIS SUPERABLE.
Hay una serie de consecuencias que se observan generalmente, en función de las diferentes edades:
Los niños menores de 5 años, tienen a considerarse responsables del conflicto de sus padres. Los niños pequeños, por su inmadurez, (egocentrismo), sienten que ellos son los culpables de que sus papás no se quieran ya. El otro día en la consulta, una madre me decía que su hijo de 3 años y medio, cada vez que discutían, comenzaba a hacer payasadas para hacerles reír al mismo tiempo que les preguntaba ¿ya no estás enfadado papá; mamá ya no estás enfadada?
Entre los síntomas habituales, los menores de 5 años, suelen tener regresiones (hacerse pis cuando ya controlaban esfínteres), miedos, alteraciones del sueño, etc.
Los escolares, presentan tristeza, sentimiento de ser diferentes de los demás, s. de pérdida.
Adolescentes: dolor, depresión, conducta agresiva, etc. (Reyes y Muñoz 1999)
Sin embargo todo estos síntomas, que reflejan el dolor por el temor a la pérdida en los hijos, puede cambiar totalmente, si EXISTE LA PARTICIPACION CONTINUADA DE LOS DOS PROGENITORES, evitando de esta forma que se desarrolle una intensa sensación de pérdida (Drill, 1986) Esto es fundamental. No es el divorcio en si, sino la dificultad de acceso a los padres, lo que genera sufrimiento añadido.
Bien, COMO AFRONTAR la separación de la forma más saludable posible, en esta crisis evolutiva que va a dar lugar a otra manera de organización familiar, como decíamos antes:
((La separación, dentro de un modelo evolutivo de crisis, es un proceso que transcurre en diferentes niveles relacionados entre si (Buchanan Gidalens 1989)
Se habla de 6 procesos en el divorcio: el emocional, el legal, el económico, el coparental, el social y el psíquico.
El emocional y el económico son los primeros en realizarse.
El social y el psicológico, los últimos.
Y se nombran tres tipos de patrones psicológicos en los padres después del divorcio:
De Cooperación, de hostilidad y Aislamiento entre si de la ex-pareja.
De los tres patrones, el menos conflictivo y beneficioso para todos, es el cooperativo como podréis suponer. Los padres del estilo cooperativo, se caracterizan:
Por hablar con frecuencia entre ellos sobre los hijos, procuran no interferirse mutuamente y acuerdan funciones a desempeñar dentro de cada hogar respecto a los hijos.
Pero lo curioso, es que según algunas investigaciones (Bolaños, 1998), se ha descubierto que en función del estilo relacional negociado durante la convivencia, se puede predecir si algunas parejas irán hacía procesos legales o hacía acuerdos más civilizados” significa esto, que la forma de relación durante la convivencia de la pareja, es decir si era o no muy conflictivo, si sabían o no resolver conflictos mediante acuerdos, es lo que determina en alguna medida, cómo será la interacción de esa pareja concreta durante y después de la ruptura.
Esta investigación es importante, porque hace referencia al tipo de vínculo o apego de la pareja. Es decir, así como hemos visto en los niños, que el vínculo puede ser seguro o inseguro según sea la relación con los progenitores, también según sea el tipo de vínculo que cada miembro de la pareja tiene, existen más posibilidades de que la separación sea más o menos conflictiva. En concreto, una pareja que los dos tienen vínculo seguro, tienen más posibilidades de sobrevivir a situaciones de conflicto y adversidad que las parejas formadas por vínculo inseguro.
Cómo vemos, separarse no es nada fácil. Pero convivir en pareja, tampoco. Todo depende del cómo gestionemos la relación y los conflictos.
Bien, existe un concepto interesante que se llama Resiliencia (B. Cyrulnik), que en síntesis significa, la capacidad de afrontar la adversidad y transformarla constructivamente. “El arte de navegar en los torrentes” (B.C.) Hay personas que, ante la adversidad (y en la vida hay muchas adversidades) sucumben: se deprimen o suicidan o desarrollan patologías) y otras sin embargo que resurgen de las cenizas. Por qué esta diferencia?
Se ha descubierto que existe una serie de factores protectores (temperamento. Capacidad intelectual. El tipo de familia: ternura preocupación bienestar de los hijos, etc. Apoyo externo, etc.), qué explican porque hay personas “resilientes” y otras que no lo son.
Bien, el divorcio, puede ser un factor de riesgo, si no fomentamos estos Mecanismos Protectores.
Y es una realidad, que los efectos del divorcio en los hijos, pueden atenuarse e incluso evitar que sea traumático como hemos visto anteriormente, si los padres son cooperativos y fomentan estos factores protectores.
La prevención del conflicto parental y el incentivar una buena comunicación de los padres, reduce potencialmente riesgos relacionados con el divorcio (Shifflett, Cummings, 1999).
Llegado este punto de la exposición, tenemos suficientes datos ya para pasar al COMO.
Como profesional de la salud tengo la fortuna de poder atender consultas con parejas antes, durante y después de la separación. Y os garantizo que prevenir, es el resultado más satisfactorio, es decir, acudir en el “antes” en la fase previa a la separación.
Pero desgraciadamente, todavía esta práctica preventiva no está muy extendida todavía, aunque crece cada día más. El objetivo común y prioritario de la consulta de las parejas, son los hijos. Es decir, evitar el impacto emocional gratuito y doloroso.
Uno de los errores más comunes es creer que proteger, es OCULTAR o NEGAR información a sus hijos. Recordad el ejemplo que he citado al principio, del niño que de la noche a la mañana recibe la noticia y se siente centro del campo de batalla. Los hijos, tienen derecho a saber qué pasará con sus padres y con él en el presente y futuro.
ANTES de la separación:
Como hemos visto, es el momento idóneo para acudir a una consulta de orientación familiar o preventiva.
Acuden a la consulta, a veces sin tener claro que desean romper (tiene otros abordajes en este caso) o con la decisión tomada. En ese espacio damos estos pasos:
1) tomar consciencia de la finalización como pareja. Suelen aparecer emociones opuestas (rabia, impotencia, cariño). Esta expresión, permite que se elaboren las emociones y que se rescaten los aspectos positivos de la relación, respetando su finalización y reconociendo el inicio del duelo. Pero paralelamente, el objetivo es tomar consciencia y asumir que la FUNCION PARENTAL CONTINUA: Se separa la pareja, los padres siguen ejerciendo como tales. Y en consulta, adquieren mutuo compromiso de la continuidad como padres, más allá del dolor como pareja.
2) Independientemente de que se sepa cómo será la custodia, ambos padres reconocen que EL HIJO-A tiene derecho al acceso del otro progenitor, según sus necesidades emocionales.
3) Se trabaja la importancia de comprender, que las discusiones reiteradas y largas en el tiempo que no se resuelven, junto con las acusaciones cruzadas, es fundamental evitarlas delante de los hijos. Exige un ejercicio de autocontrol y un acuerdo mutuo de dirigir la mirada al pequeño-a ( o no tan pequeño), para reforzar el acuerdo de evitar el enfrentamiento continuo en su presencia.
4) Planifican, cómo será la custodia (materna, paterna, o compartida), siempre en función de la edad del hijo, y el tipo de vínculo que tenga con cada progenitor. Esto es importante. Los hijos no deben ser considerados objetos sobre los que se tiene un derecho, sino sujetos con el máximo derecho a recibir la seguridad y afecto que necesitan. No se trata de satisfacer el derecho del padre o madre exclusivamente, sino de atender al derecho del bebé, niño o adolescente, en función de su desarrollo evolutivo emocional y en relación a cada progenitor.
Por esto, cada caso debiera de ser atendido individualmente, para proteger los derechos del menor.
5) En la consulta, exploramos juntos la percepción mutua, en cuanto a qué progenitor, ofrece más seguridad a nivel del vínculo al hijo-a en ese momento evolutivo.
En este contexto, está el tema de la CUSTODIA.
Los tipos de custodia, son un tema muy delicado y cada vez más controvertido. Hasta principios del S.XX, los hijos eran considerados propiedad del padre, debido a la especialización de los roles femenino (crianza) y masculino (sostén y mantenimiento económico de los hijos)
Mas tarde, se ha subrayado la función del vínculo materno-infantil.
Hoy en día, la custodia de los hijos, es en un porcentaje muy alto, materna. Sin embargo, es muy importante que tengamos presente cada CASO INDIVIDUAL y el TIPO DE VINCULO que cada niño-a tiene con ambos progenitores, además de la edad del hijo, para contemplar QUE tipo de custodia sería la más adecuada.
En la actualidad, hay padres que solicitan cada vez más la custodia compartida. Tiene cierta lógica, si la pareja ha compartido la maternidad-paternidad, ya que los hijos debieran de contar con ambos padres durante la crianza, estén juntos o separados.
En este sentido, se sabe que los efectos de las visitas regulares y predecibles del progenitor que no tiene la custodia, reducen la ansiedad ante la separación, así como los problemas de conducta y consolidan la relación (White 1194, Conney) Por el contrario, los padres con poca relación, tienden a sufrir el resentimiento de los hijos.
“El objetivo de la custodia compartida, es asegurar que los hijos de padres separados, divorciados, tengan el beneficio de mantener la influencia de ambos padres como medida de protección a sus desarrollos armónicos (Turkat, 37)
CRITERIOS para decidir otorgar la custodia compartida:
Antes de señalar unos mínimos criterios sobre la custodia compartida, es fundamental destacar la importancia de Formación en Psicología evolutiva y Teoría del Apego, para los profesionales implicados en tal orientación y decisión posterior.
Tener presente la implicación de co-parentalidad de los progenitores ANTES de la situación de divorcio. Es decir, si existía o no co-responsabilidad en la crianza y educación de los hijos-as.
Valorar la edad del hijo-a en relación al vínculo con cada progenitor. Es decir, priorizar su necesidad afectiva, más allá de los llamados “derechos” de los padres. Estos derechos de los padres, son respetados siempre que se supediten a la necesidad y bienestar emocional de cada hijo-a en concreto siempre que sean pequeños-as. Por ej., si un bebé está amamantando, debe permanecer junto a la madre, más allá de que el padre tenga derecho a visitarlo. Puede hacerlo, siempre que esto no implique una separación física ni emocional del vínculo preferencial, que en este caso sería la madre.
Valorar y respetar el entorno, la escuela, y los amigos: La alternancia de domicilio, puede desestabilizar al hijo-a si la distancia entre una y otra casa implica cambio de barrio, amigos, etc.
En todo caso, y como medida más adecuada (pero difícil de realizar por la ausencia de comunicación y acuerdos consensuados en general entre la pareja separada), algunas parejas separadas, pueden acordar la estabilidad de los hijos en el hogar y la alternancia de los padres para compartir la custodia en el hogar que permanece fijo para los mencionados hijos-as. Es algo más complejo a nivel práctico, pero más armónico en edades de 2-3 años en adelante.
Una vez tomada la decisión, llegamos al COMO plantearlo a los hijos:
Es aquí donde más desconcierto e inseguridad se produce, por los temores y culpa que despierta en los padres.
Veamos algunas premisas fundamentales:
1) Lo adecuado para los hijos, es que la decisión se presente conjuntamente. Juntos engendraron a ese hijo, juntos tendrán que anunciar que pese a no convivir en la misma casa, continuaran siendo siempre sus padres. Es fundamental que el niño (siempre mayores de 2-3- años) SIENTA que el afecto está garantizados por ambos. Que le quieren como hijo, aunque no vivan juntos.
2) Otro aspecto fundamental, es que los padres le aclaren que en no tiene ninguna CULPA ni responsabilidad. Ellos son los adultos que han decidido no ser más “novios” (si son muy pequeños lo entienden mejor) pero seguir siendo papás. Es decir “te queremos los dos, no es por ti, es por nosotros” El discurso tiene que ser claro, sencillo y no drámatico. Y sobre todo transmitiendo SEGURIDAD
3) Hay que verbalizar los cambios con claridad y también lo que no cambiará:
- Si continua viviendo en la misma casa, es importante saber dónde vivirá el otro progenitor. Hay familias que no ofrecen estabilidad en un momento de inestabilidad emocional como es éste. Es importante, que los hijos sepan que contarán con una habitación propia en casa del otro progenitor.(en cuánto sea posible). Esto les produce mucha seguridad, ya que de esta forma, tendrán DOS CASAS Y DOS PADRES.
- Si viviera en otro lugar (no conviene que se desarraiguen del espacio habitual al menos inicialmente), es importante que sepa exactamente dónde.
- Debe saber si continuará en el mismo colegio, amigos, etc. (es lo adecuado inicialmente y si es posible, para evitar más desgarros y promover un mínimo de estabilidad)
- Debe saber que la familia de abuelos y tíos, no se han separado!. Solo sus padres terminan la convivencia común.
- Si es posible, y en edades tempranas, es importante que los padres compartan algún espacio común, como acudir al cumpleaños del hijo, tomar un café al hacer el intercambio, etc. Se que esto se da en padres cooperativos, no en los otros estilos que hemos visto.
- La separación, debe ser anunciada unos días antes de llevarla a cabo físicamente: el objetivo es permitir la expresión emocional de los hijos con ambos padres (rabia, tristeza, incredulidad) y aclarar cualquier temor o duda que pudieran tener en relación al futuro, o al afecto de ambos padres hacia ellos. Es importante, saber escuchar a los hijos, aceptar sus emociones, y darles seguridad ante el cambio que se les avecina. Muchos padres, caen en la tentación de utilizar a sus hijos, para descargar sus preocupaciones o emociones. O como arma arrojadiza contra el otro padre. Estos padres, están demasiado centrados en su ombligo, en su dolor y rabia, y no ven a sus hijos. Son los padres más necesitados de ayuda, y desgraciadamente los que menos acuden a solicitarla.
- Estas premisas son fundamentales y aplicables en abordajes preventivos, y refuerzan factores protectores de cara al divorcio.
- Son los casos que afortunadamente, más tratamos.
- En caso de maltrato, y si hay preguntas concretos de los motivos de la ruptura, no se deben negar los motivos, puesto que los hijos desgraciadamente, los han presenciado. Pero paralelamente, debe transmitirse compromiso de protección al menor, pase lo que pase.
Este abordaje, tiene muchas ventajas y sólo un inconveniente: los padres deben PRIORIZAR A LOS HIJOS, en un ejercicio de CO-PARENTALIDAD RESPONSABLE, más allá de su propio estado emocional hacia la ex-pareja.
Los resultados constatados con este abordaje en parejas en vías de separación (observación y seguimiento), DURANTE Y DESPUES de la separación, son:
1) Los padres se sienten más seguros ante la actitud a tomar con los hijos
2) Aunque pueden sentir que han “fracasado” como pareja, se sienten más competentes como padres.
3) Los hijos-as están más “contenidos” y seguros. Sus referencias vinculares, permanecen más “estables” y pueden adaptarse mejor al cambio.
4) El diálogo se mantiene en el tiempo como criterio básico entre los padres, aunque fluctúen en el tiempo.
Como vemos, las ventajas del abordaje preventivo, beneficia tanto a la ex pareja, como a sus hijos-as.
Por eso es tan importante que vayamos cambiando el CHIP, priorizando las necesidades emocionales de seguridad y estabilidad de los hijos, más allá del divorcio en si mismo.
Concluyendo:
Es un hecho, que es más fácil formar pareja, que separarse. La separación es un proceso complejo y variado en función de la personalidad de los padres y el vínculo creado con los hijos.
Y también es un hecho, que es más sana la separación acordada, que la permanecer en una relación sin amor, donde crece el resentimiento, el odio y la destructividad.
Para finalizar, los padres, profesionales y sociedad en su conjunto, tenemos una asignatura pendiente:
Preservar el derecho a la seguridad emocional y al desarrollo saludable de los niños y adolescentes.
Y para ello es fundamental, incentivar, potenciar, y crear todos los recursos PREVENTIVOS necesarios, para desarrollar relaciones más saludables que las actuales, independientemente de que la pareja permanezca unida o separada.
En esta línea, los grupos de padres-madres (escuelas de padres) donde se comparte la coparentalidad y se produce una formación continua para fomentar una relación saludable con los hijos, es la asignatura más urgente para nuestra sociedad enferma. Hemos comprobado en la práctica, que constituyen un factor esencial en relación a preservar el vínculo de los hijos-as independientemente de estar juntos o separados.
Nuestra Sociedad está enferma: Son muchos los síntomas que hablan de su patología social (violencia, depresión, racismo, desigualdad, etc.) Y las causas son multifactoriales, pero una de ellas y muy esencial es la realidad de que cada vez hay menor presencia física y emocional de los padres. Estamos demasiado estresados y ocupados, para mirar a nuestros hijos-as. Y en demasiadas ocasiones se sustituye las necesidades emocionales de los hijos en relación a sus padres, con un excesivo consumismo o un abuso del uso de la tele. Paralelamente, los padres están muy perdidos sobre cómo actuar con sus hijos, que a veces son vividos como auténticos desconocidos…y vamos a la deriva.
De ahí la importancia, de la Prevención y de la formación continuada de padres y profesionales. Es un espacio urgente y necesario, para mejorar la calidad de relación e interacción a nivel intergeneracional. Y lo es también, para evitar la transmisión intergeneracional de patrones de apego poco saludables que se transmiten de forma inconsciente de padres-madres a hijos-as.
De hecho, los padres que acuden de forma continuada a la formación en grupos, están más preparados en caso de una eventual separación y más capacitados para priorizar el bienestar de los hijos, que los propios intereses personales.
Todos, estamos en el mismo barco. Debiéramos tener el mismo objetivo:
Remar juntos hacia un mundo más razonable y saludable, para no naufragar.
Yolanda González; Psicóloga clínica y formadora en Prevención infanto-juvenil.
ASTURIAS, MARZO 2007
Voy a tratar de transmitiros, con toda la claridad que sea posible en este breve espacio de tiempo del que disponemos, la importancia esencial que para nuestra sociedad, para cada familia, para cada profesional, para cada padre y madre TIENE, evitar el SUFRIMIENTO ESTERIL de los bebés, niños y adolescentes.
Voy a hablar de PREVENCION. (Soy formadora en el ámbito de la prevención tanto para profesionales como para padres. Y creo profundamente en ella, porque veo que es posible cambiar, mejorar y favorecer un clima afectivo más saludable en la infancia. ) Hablar de prevención en este caso, significa evitar, que además del dolor infantil habitual ante la separación parental, se sume el sufrimiento gratuito que muchos niños arrastran por falta de prevención.
Se que es muy difícil, cambiar el CHIP en tan poco tiempo.
Se que es muy difícil, desarrollar la capacidad de EMPATIZAR, de ponernos en el lugar del otro, cualidad poco extendida en nuestra sociedad. De lo contrario, no habría cabida para tantas guerras, maltrato en la infancia, maltrato a los mayores y entre adultos…. Si hubiera realmente empatía, y respeto por las necesidades del otro todo sería más sencillo.
Pero la realidad es que en lugar de empatía, hay mucha desinformación. En lugar de empatía, hay muy poca formación y demasiado desconocimiento.
Porque, sabéis cuál es el oficio más antiguo de la humanidad? algunos dirán que la prostitución. Será el segundo quizá); el más antiguo es el difícil oficio de SER PADRES.
Y dónde se aprende? Dónde se examina y se aprueba o suspende?.
Las parejas se crean, y los hijos nacen y crecen. Los padres, aislados en su núcleo familiar y estresados por la vida actual, reproducen muchas veces modelos parentales interiorizados, que vivieron con sus propios padres. Lo curioso, es que cuando somos pequeños queremos y prometemos que nunca repetiremos este modelo que nos hizo daño con nuestros propios hijos: gritar, castigar, pegar….
Y así, las familias se forman y funcionan como pueden, sin acceder a lugares para reflexionar sobre QUE y COMO EDUCAR DESDE LA SALUD a sus hijos…Y volvemos a repetir modelos que podrían ser muy mejorados…para satisfacción nuestra y beneficio de nuestros hijos.
Si una pareja va a tener hijos y no recibe ninguna formación sobre el desarrollo evolutivo de los niños, ni sabe como progresa su mundo emocional y cuáles son sus verdaderas necesidades afectivas en función de la edad concreta….y aún así constituye una familia….
Qúe es lo que ocurre cuando deciden separarse?
Realmente, la pareja conoce los pasos preventivos necesarios para que los hijos reciban el MENOR impacto emocional ante su separación?
¿Tienen un lugar donde expresar y elaborar las emociones que se experimentan antes, durante y después de su separación?: dudas, incertidumbres, miedos, impotencia, se viven en solitario, sin saber cómo canalizarlo y cómo evitar que estas emociones de los adultos, inunden a los espectadores inocentes que son los hijos en el sistema familiar.
Por tanto lo más importante es, qué en función de COMO se separen los padres, va a tener unas repercusiones emocionales u otras en los hijos.
De ahí la importancia de las medidas preventivas a adoptar a poder ser, ANTES de la separación de los padres.
Es posible que en la sala haya además de profesionales, padres en vías de separación, o ya separados o divorciados.
Quiero alertar, que cuando hablamos de temas preventivos, con frecuencia aparece como consecuencia de la comprensión de este abordaje, un sentimiento que es poco saludable y además poco eficaz: EL SENTIMIENTO DE CULPA.
No se trata de sentirnos culpables por lo que no hicimos, o por lo que hicimos incorrectamente. Se trata de, independientemente del punto en que nos encontremos, CAMBIEMOS EL CHIP y miremos con ojos de niño, con los ojos de nuestros hijos, con sus emociones internas y necesidad de seguridad, y desde ahí modificar todo lo que sea posible. Y siempre es posible modificar algo, máxime si ese “algo” es algo tan importante como nuestra actitud ante la separación.
Bien, vamos a abrir este espacio de reflexión. Aquí no habrá recetas mágicas, sino una aportación para la reflexión, donde priorizar el respeto por las necesidades emocionales infantiles, sea el objetivo esencial y central. Vamos a atender al COMO podrían realizarse las separaciones para mitigar el QUE sienten los hijos.
Sabemos que en pocas décadas, la familia ha sufrido muchos cambios. Hasta primeros del s.XX, la familia extensa compuesta por varias generaciones, vivían en el mismo hogar. En la primera mitad del s. xx, se busca la intimidad y surge la familia nuclear compuesta por hijos y padres y considerada el prototipo de seguridad (seguridad relativa, porque siempre ha existido conflictos, abusos, maltrato, etc.).
Hoy en día la familia nuclear, “ha dejado paso a la familia plural y llena de incertidumbre” (Flecha y otros 1999): Familias monoparentales, padres de un mismo sexo, etc., nos marcan la evidencia de que la familia se ha DIVERSIFICADO en su forma.
Estos cambios, requieren una profunda y constante reflexión, ya que es evidente que nuestra sociedad se enfrenta a una gran diversidad de modelos familiares en la actualidad.
Cambia la FORMA de la familia, sí. Pero, ¿cambian las necesidades emocionales de seguridad, de los hijos si son pequeños y no tan pequeños?
Desde la Teoría y práctica del apego, del vínculo, constatamos que aunque haya cambios estructurales en la familia, las figuras de apego deben de seguir representando una fuente inagotable de seguridad.
Los niños, establecen lazos afectivos con los padres, que son fundamentales para su bienestar y seguridad emocional.
Este tema, es de crucial importancia para la prevención y la salud. Aunque sea brevemente, tenemos que saber que la necesidad del vínculo, es BIOLOGICA y cumple una función de supervivencia para la especie humana, al igual que para otros mamíferos. El vínculo es un lazo afectivo, que se caracteriza por la búsqueda de proximidad física, visual o emocional, en función de cada etapa del desarrollo. Se constituye durante la infancia, siendo observable en el primer año de vida. Existen una serie de investigaciones muy interesantes al respecto, y remito a los interesados a varios libros de la “Teoría del apego”(“Vínculo Afectivo”. “Pérdida afectiva”. Vínculos afectivos”. Todos de Jhon Bowbly.).
Cuando por razones de pérdida, abandono, o separación, este vínculo se rompe o se impide, se han observado que aparecen una serie de respuestas a tener muy presentes, en caso de niños menores de tres años: La primera fase, es la denominada de “protesta”, caracterizada por un intenso llanto, en un intento de hacer regresar a la figura que da seguridad. La segunda, si no se produce el reencuentro, se denomina “de desesperación”. Es la que se observa cuando los niños-as ya no pueden ser consolados por nadie, salvo la figura de apego. Y la última y a evitar siempre, es la de resignación. Esta tercera fase, es la que se produce en edades tempranas, si no es atendido de forma repetida el llanto de los bebés.
Conocer la teoría del apego y las respuestas a las rupturas del vínculo, nos permite hacer una lectura más adecuada, en el caso de separación de los padres. Implica tener consciencia, de la importancia de PRESERVAR EL VINCULO con ambos padres, independientemente de que se produzca un divorcio de la pareja. Las consecuencias de las actitudes negligentes o ignorantes, del derecho de mantener el vínculo con ambos padres, pasarán factura más adelante repercutiendo tanto en la salud emocional directa del pequeño-a, como en la calidad vincular y seguridad ante el mundo en la etapa adolescente e incluso adulta. Romper, impedir un vínculo, tiene consecuencias que los padres y profesionales, debemos prevenir.
Continuando con la importante aportación del apego:
De una forma resumida, podríamos afirmar que existen 2 tipos de vínculos esenciales: el seguro y el inseguro. Estos se crean a lo largo de la primera infancia, con cada progenitor. Es decir, durante el primer año de vida, existen ya unos claros indicios que nos permiten saber si un bebé y luego niño, cuenta con una vivencia interna de seguridad, gracias a la disponibilidad de los padres y si tendrá o no un vínculo seguro con cada progenitor. (Situación extraña)
Esta formación del vínculo ofrece muchas combinaciones, ya que con uno de los progenitores, y en base a la interacción creada puede ir formándose un vínculo seguro y con el otro inseguro. O con los dos el vínculo es seguro o con ambos inseguro.
Para la salud, el objetivo es que el niño pueda establecer un vínculo seguro, desde el cual explorar el mundo. Y esto sólo es posible, cuando cada niño siente esa actitud amorosa que se llama “disponibilidad afectiva” e incondicionabilidad que sólo los padres pueden ofrecer. Y para ello es fundamental que se respete los años de dependencia natural de la infancia. La dependencia es esencial para alcanzar la autonomía en la etapa adulta. Muchos padres creen que el ideal, es que el niño sea independiente pronto, y para eso intentan que desde bebé no reclame demasiado. Lo que se ignora, es que los bebés “independientes”, no lo son. Sino que han desarrollado un vínculo inseguro, han renunciado al derecho de interactuar, pedir y esperar recibir.
De cualquier forma, esto forma parte ya del apasionante abordaje preventivo que comienza desde el embarazo y se mantiene los 6 primeros años de vida, etapa en la que se construye el carácter de una persona. Para eso, están los grupos de padres y las consultas familiares: para intentar fomentar el vínculo seguro.
Bien, pero lo destacable, es que el VINCULO se debe respetar y fomentar MAS ALLA DE QUE LOS PADRES SEAN PAREJA O NO. Por que favorecer un vínculo seguro con ambos progenitores, es sinónimo de SEGURIDAD y Autoestima en el niño-a, y ese debiera ser el objetivo central de toda pareja, esté unida o separada.
Todo este trabajo preventivo y que fomenta el vínculo como base de seguridad en la personalidad del niño es tan fundamental, que debe prolongarse en caso de separación y divorcio.: todos queremos lo mejor para nuestros hijos, sin embargo en situaciones de estrés como es el divorcio o separación, perdemos de vista este objetivo en ocasiones y los hijos quedan en un segundo plano. Y sufren, sufren más allá de lo necesario.
El objetivo del abordaje preventivo, es que ellos sean PRIORITARIOS, aun cuando haya un proyecto o proceso de separación en curso… Porque la pareja acaba pero la función de padres no debe acabar.
Y las frases como “si, muy bien, pero eso es muy difícil” o “ya como si fuera tan fácil”, son realidades sólo en parte, porque no pueden constituir un obstáculo para lograrlo. Y menos, una excusa. De ahí la importancia de no perder de vista el foco de atención (los hijos), aun en la tormenta de una separación.
Como padres y profesionales, somos responsables de nuestros actos, que no culpables. Y si queremos lo mejor para nuestros hijos, y nuestra sociedad, tenemos que empezar a cambiar ya, el chip y nuestra actitud. Y si para ello, es necesario pedir ayuda a profesionales especializados, o a la mediación familiar, habrá que reconocerlo y hacerlo. Pues la factura que pasaran los hijos mañana por no intentarlo, será mayor que cualquier esfuerzo o dolor de hoy. Esa es la postura de la Prevención.
Bien, continuamos con el hilo de la exposición, una vez situado el objetivo preventivo prioritario EN los hijos.
Hasta ahora, tradicionalmente se ha considerado que la RUPTURA DE LA PAREJA, implica la DESTRUCCION DEL SISTEMA FAMILIAR. Y desgraciadamente en muchos casos, es así.
Pongamos un ejemplo a través de este relato:
“Mis padres decidieron una noche, que ya no querían seguir viviendo más tiempo juntos.
Yo no entendía nada. Y no sabía lo que iba a suceder a partir de ese momento. Me dijeron:
Papá y mamá, ya no se quieren.
Cómo es posible? Si yo os quiero a los dos. Qué ha pasado? Qué he hecho?. Les miré sin entender.
Ellos, estaban tensos, nerviosos, inquietos y casi no se miraban el uno al otro.
A partir de ahí, empezó una guerra, en la que el territorio a conquistar, era yo”.
Todas las guerras son absurdas y sus consecuencias son terribles, como bien sabemos. . Hablan de la incapacidad de los seres humanos para dialogar y negociar. Pero esta guerra es la más dolorosa, porque el campo de la batalla, se libra en el terreno del niño. Y muchos padres, inmersos en su dolor, rabia o desesperación, no perciben el desgarro de sus hijos o no saben leer en sus síntomas físicos.
Por otro lado, la separación de los padres, arrastra en muchos casos a los hijos, creando rupturas en los vínculos que DEBIERAN ser respetados, más allá de las diferencias entre adultos. Porque en la ruptura del vínculo de los niños con las figuras de referencia (el otro progenitor, los abuelos, los tíos, los amigos, etc.), el gran perjudicado es siempre el niño-a. La separación de la pareja, no debe implicar la desaparición de los vínculos con el entorno que ha sido hasta entonces y es SU familia completa: abuelos, tíos, primos y amigos.
Hoy en día, cada vez se acepta más la idea de que la separación, es el fin de la pareja, pero no el fin de la familia. Lo que está ocurriendo, es que se da una nueva forma de organización dentro de un marco de relaciones diferentes entre sus miembros (Arditti y Keith 1993). Esto, nos guste o no es un reflejo claro de una nueva manera de adaptarse a la realidad cambiante de nuestra sociedad.
Veamos algunos mitos sobre el Divorcio y los hijos
1) Los padres siempre deben permanecer juntos por el bienestar de sus hijos.
Cuántos padres, prolongan una relación acabada por temor a la consecuencia en los hijos? Cuántos padres se sienten culpables, porque no pueden cumplir el ideal de pareja para toda la vida?.
Investigaciones importantes, señalan que “la continuación en el sistema familiar, “por los hijos” en caso de desavenencias, es la causa de la predisposición de los hijos, a tener dificultades matrimoniales en la edad adulta (Amato, 91).
Y es más, “los hijos involucrados en las discusiones y conflictos conyugales, reciben de los padres la evidencia de que sus progenitores no son capaces de darles orientación ni seguridad suficiente, con el consiguiente sufrimiento emocional (Jacobitz)
Por tanto, el divorcio, es la solución última pero más saludable, que la permanencia en un entorno negativo para el desarrollo emocional de los hijos.
2) Otro mito frecuente:
El divorcio de los padres, tiene efectos negativos e irreversibles en sentido absoluto, para los hijos.
Si bien, es cierto que los efectos de la separación de los padres, tienen frecuentemente consecuencias negativas en los hijos, el factor tiempo en el proceso de separación y el COMO se realiza, son fundamentales.
El factor tiempo, hace referencia, al periodo que pasa desde que se comienza a gestar la separación, hasta que se plantea y se decide.
Se sabe, que los enfrentamientos prolongados de los padres, producen un aumento del riesgo de desarrollar estados de ansiedad y depresión: Los niños desarrollan estrés y temor ante los conflictos observados y el temor a la pérdida de uno de los padres (Reiss 1994. Hetheringhton 1999).
Pero lo interesante, es que los hijos de familias NO divorciadas, pero CON una alta conflictividad tienen mayores problemas de adaptación y de autoestima que los hijos de familias intactas o divorciadas pero con bajo nivel de conflictividad (Amato, keith, 1991. Amato Loomis y Booth, 1995). Esto significa que no es tan esencial que la pareja esté divorciada o no, sino el grado de conflictividad presente y el COMO lo resuelven. Es más hay estudios que demuestran que una familia intacta pero conflictiva, puede ser más perniciosa para la salud mental de los hijos, que un hogar estable tras el divorcio.
Por el contrario: un caso de conflicto mal resuelto:
En una separación, la situación empeora todavía más, si los niños se ven obligados a elegir entre uno de los padres (conflicto de lealtades): el niño se siente atrapado, incluso amenazado entre 2 progenitores, cuyo campo de batalla son los hijos (Buchanan, Maccoby & Dornbusch 1991). De ahí, la importancia de aprender a dialogar, negociar y resolver conflictos tanto en pareja, como en proceso de divorcio.
Llegado a este punto, es importante señalar que el conflicto en si mismo, no es negativo. Forma parte de la vida. Pero el conflicto permite dos opciones: el enfrentamiento basado en intereses, o el aprendizaje de la negociación, basado en el reconocimiento de unos valores De hecho, no es tan importante el conflicto en si presenciado por los niños, sino si los padres saben resolverlos adecuadamente. Se ha constatado que la ansiedad que provoca en los niños los conflictos observados entre sus padres u otros adultos, disminuye radicalmente, cuando percibían que se resolvían (Ek-Sheikh, Cumming & Goetsch 1989)
En cuanto a la repercusión en los hijos de la separación de los padres, podemos preguntarnos; es un hecho traumático la separación de los padres?
NO necesariamente constituye un hecho traumático en los hijos, si se les permite seguir queriendo a ambos y estar con ambos padres. Antes se consideraba un trauma irrecuperable, ahora una CRISIS SUPERABLE.
Hay una serie de consecuencias que se observan generalmente, en función de las diferentes edades:
Los niños menores de 5 años, tienen a considerarse responsables del conflicto de sus padres. Los niños pequeños, por su inmadurez, (egocentrismo), sienten que ellos son los culpables de que sus papás no se quieran ya. El otro día en la consulta, una madre me decía que su hijo de 3 años y medio, cada vez que discutían, comenzaba a hacer payasadas para hacerles reír al mismo tiempo que les preguntaba ¿ya no estás enfadado papá; mamá ya no estás enfadada?
Entre los síntomas habituales, los menores de 5 años, suelen tener regresiones (hacerse pis cuando ya controlaban esfínteres), miedos, alteraciones del sueño, etc.
Los escolares, presentan tristeza, sentimiento de ser diferentes de los demás, s. de pérdida.
Adolescentes: dolor, depresión, conducta agresiva, etc. (Reyes y Muñoz 1999)
Sin embargo todo estos síntomas, que reflejan el dolor por el temor a la pérdida en los hijos, puede cambiar totalmente, si EXISTE LA PARTICIPACION CONTINUADA DE LOS DOS PROGENITORES, evitando de esta forma que se desarrolle una intensa sensación de pérdida (Drill, 1986) Esto es fundamental. No es el divorcio en si, sino la dificultad de acceso a los padres, lo que genera sufrimiento añadido.
Bien, COMO AFRONTAR la separación de la forma más saludable posible, en esta crisis evolutiva que va a dar lugar a otra manera de organización familiar, como decíamos antes:
((La separación, dentro de un modelo evolutivo de crisis, es un proceso que transcurre en diferentes niveles relacionados entre si (Buchanan Gidalens 1989)
Se habla de 6 procesos en el divorcio: el emocional, el legal, el económico, el coparental, el social y el psíquico.
El emocional y el económico son los primeros en realizarse.
El social y el psicológico, los últimos.
Y se nombran tres tipos de patrones psicológicos en los padres después del divorcio:
De Cooperación, de hostilidad y Aislamiento entre si de la ex-pareja.
De los tres patrones, el menos conflictivo y beneficioso para todos, es el cooperativo como podréis suponer. Los padres del estilo cooperativo, se caracterizan:
Por hablar con frecuencia entre ellos sobre los hijos, procuran no interferirse mutuamente y acuerdan funciones a desempeñar dentro de cada hogar respecto a los hijos.
Pero lo curioso, es que según algunas investigaciones (Bolaños, 1998), se ha descubierto que en función del estilo relacional negociado durante la convivencia, se puede predecir si algunas parejas irán hacía procesos legales o hacía acuerdos más civilizados” significa esto, que la forma de relación durante la convivencia de la pareja, es decir si era o no muy conflictivo, si sabían o no resolver conflictos mediante acuerdos, es lo que determina en alguna medida, cómo será la interacción de esa pareja concreta durante y después de la ruptura.
Esta investigación es importante, porque hace referencia al tipo de vínculo o apego de la pareja. Es decir, así como hemos visto en los niños, que el vínculo puede ser seguro o inseguro según sea la relación con los progenitores, también según sea el tipo de vínculo que cada miembro de la pareja tiene, existen más posibilidades de que la separación sea más o menos conflictiva. En concreto, una pareja que los dos tienen vínculo seguro, tienen más posibilidades de sobrevivir a situaciones de conflicto y adversidad que las parejas formadas por vínculo inseguro.
Cómo vemos, separarse no es nada fácil. Pero convivir en pareja, tampoco. Todo depende del cómo gestionemos la relación y los conflictos.
Bien, existe un concepto interesante que se llama Resiliencia (B. Cyrulnik), que en síntesis significa, la capacidad de afrontar la adversidad y transformarla constructivamente. “El arte de navegar en los torrentes” (B.C.) Hay personas que, ante la adversidad (y en la vida hay muchas adversidades) sucumben: se deprimen o suicidan o desarrollan patologías) y otras sin embargo que resurgen de las cenizas. Por qué esta diferencia?
Se ha descubierto que existe una serie de factores protectores (temperamento. Capacidad intelectual. El tipo de familia: ternura preocupación bienestar de los hijos, etc. Apoyo externo, etc.), qué explican porque hay personas “resilientes” y otras que no lo son.
Bien, el divorcio, puede ser un factor de riesgo, si no fomentamos estos Mecanismos Protectores.
Y es una realidad, que los efectos del divorcio en los hijos, pueden atenuarse e incluso evitar que sea traumático como hemos visto anteriormente, si los padres son cooperativos y fomentan estos factores protectores.
La prevención del conflicto parental y el incentivar una buena comunicación de los padres, reduce potencialmente riesgos relacionados con el divorcio (Shifflett, Cummings, 1999).
Llegado este punto de la exposición, tenemos suficientes datos ya para pasar al COMO.
Como profesional de la salud tengo la fortuna de poder atender consultas con parejas antes, durante y después de la separación. Y os garantizo que prevenir, es el resultado más satisfactorio, es decir, acudir en el “antes” en la fase previa a la separación.
Pero desgraciadamente, todavía esta práctica preventiva no está muy extendida todavía, aunque crece cada día más. El objetivo común y prioritario de la consulta de las parejas, son los hijos. Es decir, evitar el impacto emocional gratuito y doloroso.
Uno de los errores más comunes es creer que proteger, es OCULTAR o NEGAR información a sus hijos. Recordad el ejemplo que he citado al principio, del niño que de la noche a la mañana recibe la noticia y se siente centro del campo de batalla. Los hijos, tienen derecho a saber qué pasará con sus padres y con él en el presente y futuro.
ANTES de la separación:
Como hemos visto, es el momento idóneo para acudir a una consulta de orientación familiar o preventiva.
Acuden a la consulta, a veces sin tener claro que desean romper (tiene otros abordajes en este caso) o con la decisión tomada. En ese espacio damos estos pasos:
1) tomar consciencia de la finalización como pareja. Suelen aparecer emociones opuestas (rabia, impotencia, cariño). Esta expresión, permite que se elaboren las emociones y que se rescaten los aspectos positivos de la relación, respetando su finalización y reconociendo el inicio del duelo. Pero paralelamente, el objetivo es tomar consciencia y asumir que la FUNCION PARENTAL CONTINUA: Se separa la pareja, los padres siguen ejerciendo como tales. Y en consulta, adquieren mutuo compromiso de la continuidad como padres, más allá del dolor como pareja.
2) Independientemente de que se sepa cómo será la custodia, ambos padres reconocen que EL HIJO-A tiene derecho al acceso del otro progenitor, según sus necesidades emocionales.
3) Se trabaja la importancia de comprender, que las discusiones reiteradas y largas en el tiempo que no se resuelven, junto con las acusaciones cruzadas, es fundamental evitarlas delante de los hijos. Exige un ejercicio de autocontrol y un acuerdo mutuo de dirigir la mirada al pequeño-a ( o no tan pequeño), para reforzar el acuerdo de evitar el enfrentamiento continuo en su presencia.
4) Planifican, cómo será la custodia (materna, paterna, o compartida), siempre en función de la edad del hijo, y el tipo de vínculo que tenga con cada progenitor. Esto es importante. Los hijos no deben ser considerados objetos sobre los que se tiene un derecho, sino sujetos con el máximo derecho a recibir la seguridad y afecto que necesitan. No se trata de satisfacer el derecho del padre o madre exclusivamente, sino de atender al derecho del bebé, niño o adolescente, en función de su desarrollo evolutivo emocional y en relación a cada progenitor.
Por esto, cada caso debiera de ser atendido individualmente, para proteger los derechos del menor.
5) En la consulta, exploramos juntos la percepción mutua, en cuanto a qué progenitor, ofrece más seguridad a nivel del vínculo al hijo-a en ese momento evolutivo.
En este contexto, está el tema de la CUSTODIA.
Los tipos de custodia, son un tema muy delicado y cada vez más controvertido. Hasta principios del S.XX, los hijos eran considerados propiedad del padre, debido a la especialización de los roles femenino (crianza) y masculino (sostén y mantenimiento económico de los hijos)
Mas tarde, se ha subrayado la función del vínculo materno-infantil.
Hoy en día, la custodia de los hijos, es en un porcentaje muy alto, materna. Sin embargo, es muy importante que tengamos presente cada CASO INDIVIDUAL y el TIPO DE VINCULO que cada niño-a tiene con ambos progenitores, además de la edad del hijo, para contemplar QUE tipo de custodia sería la más adecuada.
En la actualidad, hay padres que solicitan cada vez más la custodia compartida. Tiene cierta lógica, si la pareja ha compartido la maternidad-paternidad, ya que los hijos debieran de contar con ambos padres durante la crianza, estén juntos o separados.
En este sentido, se sabe que los efectos de las visitas regulares y predecibles del progenitor que no tiene la custodia, reducen la ansiedad ante la separación, así como los problemas de conducta y consolidan la relación (White 1194, Conney) Por el contrario, los padres con poca relación, tienden a sufrir el resentimiento de los hijos.
“El objetivo de la custodia compartida, es asegurar que los hijos de padres separados, divorciados, tengan el beneficio de mantener la influencia de ambos padres como medida de protección a sus desarrollos armónicos (Turkat, 37)
CRITERIOS para decidir otorgar la custodia compartida:
Antes de señalar unos mínimos criterios sobre la custodia compartida, es fundamental destacar la importancia de Formación en Psicología evolutiva y Teoría del Apego, para los profesionales implicados en tal orientación y decisión posterior.
Tener presente la implicación de co-parentalidad de los progenitores ANTES de la situación de divorcio. Es decir, si existía o no co-responsabilidad en la crianza y educación de los hijos-as.
Valorar la edad del hijo-a en relación al vínculo con cada progenitor. Es decir, priorizar su necesidad afectiva, más allá de los llamados “derechos” de los padres. Estos derechos de los padres, son respetados siempre que se supediten a la necesidad y bienestar emocional de cada hijo-a en concreto siempre que sean pequeños-as. Por ej., si un bebé está amamantando, debe permanecer junto a la madre, más allá de que el padre tenga derecho a visitarlo. Puede hacerlo, siempre que esto no implique una separación física ni emocional del vínculo preferencial, que en este caso sería la madre.
Valorar y respetar el entorno, la escuela, y los amigos: La alternancia de domicilio, puede desestabilizar al hijo-a si la distancia entre una y otra casa implica cambio de barrio, amigos, etc.
En todo caso, y como medida más adecuada (pero difícil de realizar por la ausencia de comunicación y acuerdos consensuados en general entre la pareja separada), algunas parejas separadas, pueden acordar la estabilidad de los hijos en el hogar y la alternancia de los padres para compartir la custodia en el hogar que permanece fijo para los mencionados hijos-as. Es algo más complejo a nivel práctico, pero más armónico en edades de 2-3 años en adelante.
Una vez tomada la decisión, llegamos al COMO plantearlo a los hijos:
Es aquí donde más desconcierto e inseguridad se produce, por los temores y culpa que despierta en los padres.
Veamos algunas premisas fundamentales:
1) Lo adecuado para los hijos, es que la decisión se presente conjuntamente. Juntos engendraron a ese hijo, juntos tendrán que anunciar que pese a no convivir en la misma casa, continuaran siendo siempre sus padres. Es fundamental que el niño (siempre mayores de 2-3- años) SIENTA que el afecto está garantizados por ambos. Que le quieren como hijo, aunque no vivan juntos.
2) Otro aspecto fundamental, es que los padres le aclaren que en no tiene ninguna CULPA ni responsabilidad. Ellos son los adultos que han decidido no ser más “novios” (si son muy pequeños lo entienden mejor) pero seguir siendo papás. Es decir “te queremos los dos, no es por ti, es por nosotros” El discurso tiene que ser claro, sencillo y no drámatico. Y sobre todo transmitiendo SEGURIDAD
3) Hay que verbalizar los cambios con claridad y también lo que no cambiará:
- Si continua viviendo en la misma casa, es importante saber dónde vivirá el otro progenitor. Hay familias que no ofrecen estabilidad en un momento de inestabilidad emocional como es éste. Es importante, que los hijos sepan que contarán con una habitación propia en casa del otro progenitor.(en cuánto sea posible). Esto les produce mucha seguridad, ya que de esta forma, tendrán DOS CASAS Y DOS PADRES.
- Si viviera en otro lugar (no conviene que se desarraiguen del espacio habitual al menos inicialmente), es importante que sepa exactamente dónde.
- Debe saber si continuará en el mismo colegio, amigos, etc. (es lo adecuado inicialmente y si es posible, para evitar más desgarros y promover un mínimo de estabilidad)
- Debe saber que la familia de abuelos y tíos, no se han separado!. Solo sus padres terminan la convivencia común.
- Si es posible, y en edades tempranas, es importante que los padres compartan algún espacio común, como acudir al cumpleaños del hijo, tomar un café al hacer el intercambio, etc. Se que esto se da en padres cooperativos, no en los otros estilos que hemos visto.
- La separación, debe ser anunciada unos días antes de llevarla a cabo físicamente: el objetivo es permitir la expresión emocional de los hijos con ambos padres (rabia, tristeza, incredulidad) y aclarar cualquier temor o duda que pudieran tener en relación al futuro, o al afecto de ambos padres hacia ellos. Es importante, saber escuchar a los hijos, aceptar sus emociones, y darles seguridad ante el cambio que se les avecina. Muchos padres, caen en la tentación de utilizar a sus hijos, para descargar sus preocupaciones o emociones. O como arma arrojadiza contra el otro padre. Estos padres, están demasiado centrados en su ombligo, en su dolor y rabia, y no ven a sus hijos. Son los padres más necesitados de ayuda, y desgraciadamente los que menos acuden a solicitarla.
- Estas premisas son fundamentales y aplicables en abordajes preventivos, y refuerzan factores protectores de cara al divorcio.
- Son los casos que afortunadamente, más tratamos.
- En caso de maltrato, y si hay preguntas concretos de los motivos de la ruptura, no se deben negar los motivos, puesto que los hijos desgraciadamente, los han presenciado. Pero paralelamente, debe transmitirse compromiso de protección al menor, pase lo que pase.
Este abordaje, tiene muchas ventajas y sólo un inconveniente: los padres deben PRIORIZAR A LOS HIJOS, en un ejercicio de CO-PARENTALIDAD RESPONSABLE, más allá de su propio estado emocional hacia la ex-pareja.
Los resultados constatados con este abordaje en parejas en vías de separación (observación y seguimiento), DURANTE Y DESPUES de la separación, son:
1) Los padres se sienten más seguros ante la actitud a tomar con los hijos
2) Aunque pueden sentir que han “fracasado” como pareja, se sienten más competentes como padres.
3) Los hijos-as están más “contenidos” y seguros. Sus referencias vinculares, permanecen más “estables” y pueden adaptarse mejor al cambio.
4) El diálogo se mantiene en el tiempo como criterio básico entre los padres, aunque fluctúen en el tiempo.
Como vemos, las ventajas del abordaje preventivo, beneficia tanto a la ex pareja, como a sus hijos-as.
Por eso es tan importante que vayamos cambiando el CHIP, priorizando las necesidades emocionales de seguridad y estabilidad de los hijos, más allá del divorcio en si mismo.
Concluyendo:
Es un hecho, que es más fácil formar pareja, que separarse. La separación es un proceso complejo y variado en función de la personalidad de los padres y el vínculo creado con los hijos.
Y también es un hecho, que es más sana la separación acordada, que la permanecer en una relación sin amor, donde crece el resentimiento, el odio y la destructividad.
Para finalizar, los padres, profesionales y sociedad en su conjunto, tenemos una asignatura pendiente:
Preservar el derecho a la seguridad emocional y al desarrollo saludable de los niños y adolescentes.
Y para ello es fundamental, incentivar, potenciar, y crear todos los recursos PREVENTIVOS necesarios, para desarrollar relaciones más saludables que las actuales, independientemente de que la pareja permanezca unida o separada.
En esta línea, los grupos de padres-madres (escuelas de padres) donde se comparte la coparentalidad y se produce una formación continua para fomentar una relación saludable con los hijos, es la asignatura más urgente para nuestra sociedad enferma. Hemos comprobado en la práctica, que constituyen un factor esencial en relación a preservar el vínculo de los hijos-as independientemente de estar juntos o separados.
Nuestra Sociedad está enferma: Son muchos los síntomas que hablan de su patología social (violencia, depresión, racismo, desigualdad, etc.) Y las causas son multifactoriales, pero una de ellas y muy esencial es la realidad de que cada vez hay menor presencia física y emocional de los padres. Estamos demasiado estresados y ocupados, para mirar a nuestros hijos-as. Y en demasiadas ocasiones se sustituye las necesidades emocionales de los hijos en relación a sus padres, con un excesivo consumismo o un abuso del uso de la tele. Paralelamente, los padres están muy perdidos sobre cómo actuar con sus hijos, que a veces son vividos como auténticos desconocidos…y vamos a la deriva.
De ahí la importancia, de la Prevención y de la formación continuada de padres y profesionales. Es un espacio urgente y necesario, para mejorar la calidad de relación e interacción a nivel intergeneracional. Y lo es también, para evitar la transmisión intergeneracional de patrones de apego poco saludables que se transmiten de forma inconsciente de padres-madres a hijos-as.
De hecho, los padres que acuden de forma continuada a la formación en grupos, están más preparados en caso de una eventual separación y más capacitados para priorizar el bienestar de los hijos, que los propios intereses personales.
Todos, estamos en el mismo barco. Debiéramos tener el mismo objetivo:
Remar juntos hacia un mundo más razonable y saludable, para no naufragar.
Yolanda González; Psicóloga clínica y formadora en Prevención infanto-juvenil.
ASTURIAS, MARZO 2007
CÓMO SE DESARROLLA EL NIÑO A TRAVÉS DEL JUEGO
de Joan Almon (E.U.A.)
Ya en los últimos años hemos visto soplar sobre las estructuras caducas un viento fresco que trae nuevas e inesperadas libertades al mundo. La caída del comunismo es sólo el ejemplo más espectacular. En los EE.UU. se siente en cada rincón el clamor de "más libertad" para la educación. Incluso en el silencioso mundo de la educación preescolar se siente el aire de cambio.
Los niños sanos quieren jugar a todas horas y aprenden muchísimo del juego. Sin embargo, en los años setenta y ochenta, prestigiosos educadores se convencieron de que el juego era una pérdida de tiempo. Los niños debían aprender a leer y hacerlo lo más pronto posible. No había tiempo para jugar.
La consecuencia de la situación nos llegó una noche después de haber impartido una conferencia sobre el juego. Se me acercaron dos maestras de preescolar de escuelas estatales y me dijeron: "Estamos de acuerdo contigo sobre la importancia del juego". Además, me explicaron que en su zona, cada minuto del programa de preescolar, de cuatro a seis años y medio, estaba legislado: debían leer durante veinte minutos, escribir veinte minutos, veinte minutos para matemáticas, etc. No había tiempo en el horario para jugar. "¿Sabes? -me dijo una de la maestras, asegurándose de que nadie la estaba escuchando-, yo infrinjo la ley todos los días, dejando jugar a mis niños durante quince minutos". Ya alucinaba. ¿Qué país es este que hace leyes contra el juego infantil?
El juego domina la vida de mis pequeños. Un niño sano quiere jugar desde la mañana hasta la noche. Su juego emana desde lo más profundo de su ser y le permite mantener de forma fluida su fuerza vital, que es tan necesaria para el crecimiento exuberante que está desarrollando. Si un niño pierde el interés por jugar es casi siempre una señal indicativa de que está enfermo.
No permitir jugar a los niños es como ponerlos en un estado enfermizo. Justamente esto es lo que ha estado sucediendo en las dos últimas décadas a los preescolares estatales de Estados Unidos y Canadá. Cuando visité programes de "Head Start" (para niños marginados) y hogares de infancia durante estos años, me harté de ver salas llenas de materiales didácticos y ordenadores, pero ni un sólo juguete. En un intento frenético por preparar a los niños para leer lo más pronto posible, se había exterminado el espíritu propio de la infancia.
Hoy en día, muchos educadores se han dado cuenta de que este método ha sido un desastre para los niños. El trabajo académico concentrado en los primeros años produce niños que a los nueve o diez años ya están hartos de la escuela. No quieren saber nada de los libros, ni de sus maestros, y no muestran ningún tipo de interés en aprender. Como estudiantes de primaria, muchos ni siquiera son capaces de pensar. Pueden responder preguntas de verdadero o falso, o responder preguntas de opción múltiple, pero no pueden formular respuestas a preguntas descriptivas. Como se dijo en una primera plana del diario "USA Today" (13-9-89): "Embutir de conocimientos a los niños de Parvulario traerá como consecuencia que los niños acaben hartos de la escuela cuando lleguen a primaria."
En una época en la que precisamente lo que se necesita es saber pensar de una manera más creativa para poder encontrar soluciones a problemas complejos, se deja de lado esta habilidad de pensar, cuestión que se convierte así en motivo de gran preocupación. La doctora Jane Healy, en su libro Endangered minds (Mentes en peligro) ha estudiado investigaciones actuales sobre el cerebro y su desarrollo en el niño. Ella sostiene que un trabajo académico prematuro y ver la televisión son los dos factores principales que contribuyen al deterioro del pensamiento en los estudiantes norteamericanos.
En los años noventa, el juego se está redescubriendo de nuevo, al menos un poquito. Algunos educadores están trabajando sobre nuevos métodos en la educación preescolar y algunos de estos métodos han devuelto el juego al Parvulario. A pesar de ello, la mayoría de los educadores siguen convencidos de que han de aleccionar a los niños, si es que tienen que aprender algo. Todavía no se han dado cuenta de que el aprendizaje consciente en los años preescolares interfiere con el estado de ensueño que se necesita para jugar. El nuevo método que se está desarrollando en la educación preescolar es enseñar jugando y no a través de fichas y de libros didácticos como se hacía antes. Sin embargo, todavía hay que hacer énfasis en la enseñanza, porque la mayoría de los educadores modernos aún no han observado que los niños aprenden con el juego creativo que ellos mismos llevan a cabo.
Es sorprendente la poca investigación que se ha hecho en los EE.UU. comparando a niños que aprenden a través de métodos académicos con los que aprenden a través del juego. Un estudio hecho en Alemania comparó a 1000 niños que habían jugado en el Parvulario con el mismo número de niños que habían trabajado materias académicas. En cuarto de Primaria, los que habían jugado estaban significativamente más desarrollados que los que habían estudiado académicamente. Los aventajaban en desarrollo físico, socio-emocional e intelectual. El resultado fue tan contundente, que los alemanes que habían defendido la tesis de preescolares académicos volvieron a las que enfatizaban la importancia del juego. (Der Spiegel, nº 20, 1977, pp. 89-90).
Investigaciones actuales que favorecen el juego llegan de Sara Smilansky, una profesora israelita que trabaja en EE.UU. y en Israel. Smilansky ha demostrado que "los niños que juegan bien en situaciones sociales creativas, muestran avances significativos en muchas áreas cognoscitivas y socio-emotivas, incluyendo el desarrollo del lenguaje, la competencia intelectual, curiosidad, creatividad e imaginación. Los niños que han jugado suficientemente pueden mantener mejor la atención y tienen mayor habilidad para concentrarse; son menos agresivos y se portan mejor con sus compañeros; muestran mayor empatía, pueden ver con más facilidad el punto de vista de los otros y tienen más habilidad para saber con antelación las preferencias y los deseos de los demás. En general, los que juegan están desarrollados emocional y socialmente."
Esta lista impresionante de atributos confirma el punto de vista de la educación Waldorf, donde el juego en los años preescolares es una semilla esencial que dará su fruto toda la vida. Debemos proteger y promover el juego en los niños tanto como podamos, para que lleguen a tener pensamientos creativos y vitalizados. No podemos, como adultos, ponernos como modelo en el juego, ya que hemos perdido la habilidad que tiene el niño para jugar. Los más pequeños tienen dos únicas capacidades esenciales para el juego correcto: una es la habilidad de aprender el mundo por imitación y otra es la capacidad de usar la imaginación o la fantasía para hacer suyo el mundo.
Fuera de los círculos Waldorf, casi nunca se oye decir que el niño aprenda pro imitación. Una amiga mía una vez me dijo que había criado a sus primeros tres hijos sin haber oído nunca hablar de la imitación como manera de aprender. Incluso siendo maestra de Educación Preescolar y habiendo enseñado a niños pequeños, jamás había observado que los niños imitasen. Ella siempre había pensado que un niño sólo puede aprender algo si alguien le "enseña". Cuando nació su cuarto hijo, ya se había encontrado con la educación Waldorf y la idea de la imitación. Era como si una venda le hubiera caído de los ojos. Se sorprendía de todo lo que su hijo aprendía a través de la imitación. Descubrió que no había que "enseñarle" nada a su hijo. Sólo había que ser una madre activa y cariñosa, y dejar que la imitación del ejemplo hiciera el resto.
El niño pequeño es como una esponja y absorbe casi todo lo que está en su medio ambiente. Y lo más interesante para él son los adultos. Lo que más desea el niño es llegar a ser completamente humano. Se fija en sus padres, maestros y otros adultos para ver cómo aprende a vivir en esta tierra y desarrollar su vida. El niño quiere imitar todo lo que ve en los adultos y hacerlo. Pero el poder de la imitación aún llega más lejos. El niño puede penetrar bajo nuestra piel e imitar nuestros estados de ánimo y nuestros pensamientos sobre la vida. Así pues, tenemos una responsabilidad inmensa. Debemos tratar de ser dignos de ser imitados por el niño. Por suerte, los niños no esperan que seamos perfectos. Pero sí desean que seamos personas que estemos en un proceso de crecimiento interno para poder imitar también nuestro propio esfuerzo.
En el Parvulario, la imitación trabaja a muchos niveles. Cuando la maestra realiza una actividad como hornear, cocinar, pintar, coser, o cualquier otra, los niños la rodean y le dicen: "¿Qué estás haciendo? ¿Puedo hacerlo yo también?". La maestra siempre está a punto para que los niños la ayuden: suele haber una mesa llena de niños a su alrededor cosiendo o cocinando. Una imitación más sutil es cuando algunos niños imitan lo que la maestra hace o lo recrean en sus propias situaciones de juego. En la casita, los niños pueden jugar a que están cocinando o cosiendo como lo hace la maestra.
Cuando los niños absorben el ambiente de concentración y el amor que tiene el adulto por la tarea, una imitación todavía más sutil, pero quizás más importante, tiene lugar. Si alguien está de mal humor o tenso en su tarea, los niños no se acercan a ayudar. Y aún más, absorberán nuestra tensión y nuestra aversión por la tarea, y una tensión reinará en la sala de juegos. Si en un momento como este la maestra puede relajarse, la clase respirará profundamente y entonces el juego se relajará.
Los niños juegan mejor si los adultos de su alrededor trabajan con la concentración y la atención que un buen artesano aplican a su trabajo. El amor por el material, la destreza en los movimientos, el sentido de determinación y la belleza inherente a la tarea se comunican al niño. Estas cualidades son transportadas a su propia actividad y se ve una nueva profundidad en su juego.
El juego más "avanzado" que he visto en un Jardín de Infancia Waldof, fue en Reutlingen, Alemania, donde trabajaba Freya Jaffke. Esta maestra dotada llevaba sus proyectos de trabajo, no para un día o dos, sino para semanas y meses. Trabajaba en un proyecto de costura que tardaba un mes o más en acabar. O hacía juguetes tallados en madera para el Jardín que le ocupaban semanas y meses. Mientras trabajaba, estaba siempre atenta a los niños y a sus necesidades. Día tras día, se escuchaba el rumor quieto y constante durante los noventa minutos en los que la maestra trabajaba y los niños jugaban. Y la calidad del juego de los niños era sorprendente.
Actualmente, en nuestras casas y en los Parvularios, los niños ven muy poco trabajo hecho con esta concentración. Los adultos corren de una actividad a la otra, y un sentimiento de apresuramiento penetra en la vida. Cuando los niños imitan a los adultos apresurados, les entra un nerviosismo y su juego sufre considerablemente. Si no se corrige este nerviosismo, puede aparecer más adelante como una superficialidad en el pensamiento del joven. La habilidad de un niño para imitar pasa por una metamorfosis y aparece más adelante en su vida como la habilidad de tener criterio propio.
Cuando el niño se acerca a la edad escolar (6-7 años), pierde la confianza en que podrá, con la imitación, afrontar todo lo que nosotros hacemos. Entonces, el niño empieza a vernos como a maestros que le podemos enseñar a hacer las cosas. En este momento, el niño está a punto para aprender y busca una "autoridad bien apreciada". Ese es su estado de ánimo cuando se acerca a la maestra de clase. El mismo estado de ánimo afecta a la relación del niño con sus padres y con los demás adultos.
Durante la adolescencia, el aprendizaje cambia una vez más, presentándose como una capacidad para el juicio independiente, el criterio propio. El pensamiento de un adolescente comienza a tomar forma y se individualiza. Esto es especialmente cierto si el desarrollo del niño no ha sido deteriorado durante las etapas de imitación y autoridad.
El juego del niño hace uso también de la fantasía que da vida a todas las cosas. Un cesto se puede convertir en una cuna para una muñeca, o en un barco, o en un plato de comida o en cualquier otra cosa que haga falta para el juego. La fantasía aparece normalmente entre los dos y los tres años. Antes, a los niños les encantan los objetos prácticos de la casa: sartenes, ollas, cucharas de madera, cubos de la basura y todas las maravillas que se encuentran en los cajones. Y se toma las cosas al pie de la letra. Si le das a un niño de dos años un plato hondo lleno de arena y le dices que es un pastel, ¡cuidado! Es muy probable que se lo quiera comer. Los niños de tres años están generalmente en un estado de transición. La fantasía acaba de empezar y todavía no están del todo seguros de las fronteras entre lo real y lo fantástico. He tenido niños de tres años que ven mi oferta de tierra con perplejidad y dicen: "¿Es de broma, verdad?" El niño de cuatro años, al contrario, ya sabe qué tiene que hacer y pone ramitas a la tierra como velas, lo decora con hojas y flores, y ya tiene un pastel de cumpleaños fingido.
Los adultos modernos tienen la tendencia a menospreciar la importancia de la fantasía. La fantasía parece ser contraria a los valores socialmente aceptados como el ser racional, lógico y científico en el pensamiento. El razonamiento y la lógica forman parte importante del pensamiento en el ser humano, pero tan sólo una parte. La mente humana es capaz de muchas formas de pensar, incluyendo el pensamiento creativo, imaginativo. Ashley Montagu, antropólogo norteamericano bastante conocido, dice en su libro Growing Young (Creciendo joven) que el juego de fantasía del niño se encuentra en relación directa con el pensamiento del hombre de ciencia en el laboratorio. Tanto el niño como el científico prueban ideas nuevas con el espíritu de "¿qué pasará si lo hago de esta manera?" El juego del niño es la base para el pensamiento creativo del adulto, dice Montagu. Y añade que el científico quiere que se piense de él que es una persona con imaginación, y no un simple "rastreador de conocimientos".
La fantasía comienza alrededor del momento en que el niño formula sus primeros pensamientos. La mente del niño de tres años se despierta y se abre de preguntas: "¿por qué es azul el cielo?, ¿por qué es amarillo el sol?". Los adultos enseguida pensamos: "Ahora el niño ya tiene tres años y es el momento de empezar a enseñarle las cosas". Pero, cuanto más le enseñamos, más destruimos la fuerza incipiente de la fantasía en el niño. Y sin ella, el pensamiento se vuelve seco y sin vida. Si permitimos que la fantasía fructifique en el pensamiento, entonces una forma de pensar imaginativo y creativo comienza a florecer y a crecer.
La fantasía juguetona de la infancia aparentemente desaparece alrededor de los seis o siete años. En realidad, pasa por una metamorfosis y reaparece como la imaginación creativa interna de la edad del niño de Primaria. El niño puede ahora ver cuadros e imágenes en el interior de su mente. Estos son tan vivos en él como lo han sido las situaciones de juego años antes. La imaginación crece y se desarrolla durante los años de primaria. Pero durante la pubertad aparentemente desaparece. En realidad, pasa por otra metamorfosis y surge como el pensamiento creativo del adolescente y del adulto. El adulto imaginativo será capaz de jugar con ideas y con la misma facilidad con la que antes participaba en el juego fantasioso.
Hay muchas maneras de nutrir la vida de fantasía saludable en un niño pequeño. Hay que ofrecerles materiales naturales sencillos. Un niño con trozos de ramas, piedras, conchas y algunos retales de ropa de algodón, puede crear cualquier cosa del mundo. Jamás se cansará de estos materiales, ya que su fantasía continuamente ve nuevas posibilidades en ellos. El juego creativo con estos objetos naturales fortalece mucho la fantasía del niño. Recíprocamente, cuanto más definido es el juguete, menos ocupará y nutrirá su fantasía.
Podemos darle más posibilidades al futuro adulto posibilitando el juego creativo y evitando aquello que no se lo permite. Mucho amor cálido y un entorno protector, variedad de materiales sencillos para jugar y la posibilidad de ver a adultos haciendo trabajo físico con sentido. Manteniendo al mínimo las exposiciones a los medios de comunicación, como la televisión, el cine, vídeos, etc., para que la fantasía del niño no sea acometida por las imágenes de otra persona y para que la voluntad del niño no sea adormecida al pasar las horas mirando pasivamente. Finalmente, deberíamos mordernos la lengua cada vez que queramos explicarle cualquier cosa a un niño pequeño. Hemos de permitirle el placer de encontrar sus propias respuestas a través del juego.
de Joan Almon (E.U.A.)
Ya en los últimos años hemos visto soplar sobre las estructuras caducas un viento fresco que trae nuevas e inesperadas libertades al mundo. La caída del comunismo es sólo el ejemplo más espectacular. En los EE.UU. se siente en cada rincón el clamor de "más libertad" para la educación. Incluso en el silencioso mundo de la educación preescolar se siente el aire de cambio.
Los niños sanos quieren jugar a todas horas y aprenden muchísimo del juego. Sin embargo, en los años setenta y ochenta, prestigiosos educadores se convencieron de que el juego era una pérdida de tiempo. Los niños debían aprender a leer y hacerlo lo más pronto posible. No había tiempo para jugar.
La consecuencia de la situación nos llegó una noche después de haber impartido una conferencia sobre el juego. Se me acercaron dos maestras de preescolar de escuelas estatales y me dijeron: "Estamos de acuerdo contigo sobre la importancia del juego". Además, me explicaron que en su zona, cada minuto del programa de preescolar, de cuatro a seis años y medio, estaba legislado: debían leer durante veinte minutos, escribir veinte minutos, veinte minutos para matemáticas, etc. No había tiempo en el horario para jugar. "¿Sabes? -me dijo una de la maestras, asegurándose de que nadie la estaba escuchando-, yo infrinjo la ley todos los días, dejando jugar a mis niños durante quince minutos". Ya alucinaba. ¿Qué país es este que hace leyes contra el juego infantil?
El juego domina la vida de mis pequeños. Un niño sano quiere jugar desde la mañana hasta la noche. Su juego emana desde lo más profundo de su ser y le permite mantener de forma fluida su fuerza vital, que es tan necesaria para el crecimiento exuberante que está desarrollando. Si un niño pierde el interés por jugar es casi siempre una señal indicativa de que está enfermo.
No permitir jugar a los niños es como ponerlos en un estado enfermizo. Justamente esto es lo que ha estado sucediendo en las dos últimas décadas a los preescolares estatales de Estados Unidos y Canadá. Cuando visité programes de "Head Start" (para niños marginados) y hogares de infancia durante estos años, me harté de ver salas llenas de materiales didácticos y ordenadores, pero ni un sólo juguete. En un intento frenético por preparar a los niños para leer lo más pronto posible, se había exterminado el espíritu propio de la infancia.
Hoy en día, muchos educadores se han dado cuenta de que este método ha sido un desastre para los niños. El trabajo académico concentrado en los primeros años produce niños que a los nueve o diez años ya están hartos de la escuela. No quieren saber nada de los libros, ni de sus maestros, y no muestran ningún tipo de interés en aprender. Como estudiantes de primaria, muchos ni siquiera son capaces de pensar. Pueden responder preguntas de verdadero o falso, o responder preguntas de opción múltiple, pero no pueden formular respuestas a preguntas descriptivas. Como se dijo en una primera plana del diario "USA Today" (13-9-89): "Embutir de conocimientos a los niños de Parvulario traerá como consecuencia que los niños acaben hartos de la escuela cuando lleguen a primaria."
En una época en la que precisamente lo que se necesita es saber pensar de una manera más creativa para poder encontrar soluciones a problemas complejos, se deja de lado esta habilidad de pensar, cuestión que se convierte así en motivo de gran preocupación. La doctora Jane Healy, en su libro Endangered minds (Mentes en peligro) ha estudiado investigaciones actuales sobre el cerebro y su desarrollo en el niño. Ella sostiene que un trabajo académico prematuro y ver la televisión son los dos factores principales que contribuyen al deterioro del pensamiento en los estudiantes norteamericanos.
En los años noventa, el juego se está redescubriendo de nuevo, al menos un poquito. Algunos educadores están trabajando sobre nuevos métodos en la educación preescolar y algunos de estos métodos han devuelto el juego al Parvulario. A pesar de ello, la mayoría de los educadores siguen convencidos de que han de aleccionar a los niños, si es que tienen que aprender algo. Todavía no se han dado cuenta de que el aprendizaje consciente en los años preescolares interfiere con el estado de ensueño que se necesita para jugar. El nuevo método que se está desarrollando en la educación preescolar es enseñar jugando y no a través de fichas y de libros didácticos como se hacía antes. Sin embargo, todavía hay que hacer énfasis en la enseñanza, porque la mayoría de los educadores modernos aún no han observado que los niños aprenden con el juego creativo que ellos mismos llevan a cabo.
Es sorprendente la poca investigación que se ha hecho en los EE.UU. comparando a niños que aprenden a través de métodos académicos con los que aprenden a través del juego. Un estudio hecho en Alemania comparó a 1000 niños que habían jugado en el Parvulario con el mismo número de niños que habían trabajado materias académicas. En cuarto de Primaria, los que habían jugado estaban significativamente más desarrollados que los que habían estudiado académicamente. Los aventajaban en desarrollo físico, socio-emocional e intelectual. El resultado fue tan contundente, que los alemanes que habían defendido la tesis de preescolares académicos volvieron a las que enfatizaban la importancia del juego. (Der Spiegel, nº 20, 1977, pp. 89-90).
Investigaciones actuales que favorecen el juego llegan de Sara Smilansky, una profesora israelita que trabaja en EE.UU. y en Israel. Smilansky ha demostrado que "los niños que juegan bien en situaciones sociales creativas, muestran avances significativos en muchas áreas cognoscitivas y socio-emotivas, incluyendo el desarrollo del lenguaje, la competencia intelectual, curiosidad, creatividad e imaginación. Los niños que han jugado suficientemente pueden mantener mejor la atención y tienen mayor habilidad para concentrarse; son menos agresivos y se portan mejor con sus compañeros; muestran mayor empatía, pueden ver con más facilidad el punto de vista de los otros y tienen más habilidad para saber con antelación las preferencias y los deseos de los demás. En general, los que juegan están desarrollados emocional y socialmente."
Esta lista impresionante de atributos confirma el punto de vista de la educación Waldorf, donde el juego en los años preescolares es una semilla esencial que dará su fruto toda la vida. Debemos proteger y promover el juego en los niños tanto como podamos, para que lleguen a tener pensamientos creativos y vitalizados. No podemos, como adultos, ponernos como modelo en el juego, ya que hemos perdido la habilidad que tiene el niño para jugar. Los más pequeños tienen dos únicas capacidades esenciales para el juego correcto: una es la habilidad de aprender el mundo por imitación y otra es la capacidad de usar la imaginación o la fantasía para hacer suyo el mundo.
Fuera de los círculos Waldorf, casi nunca se oye decir que el niño aprenda pro imitación. Una amiga mía una vez me dijo que había criado a sus primeros tres hijos sin haber oído nunca hablar de la imitación como manera de aprender. Incluso siendo maestra de Educación Preescolar y habiendo enseñado a niños pequeños, jamás había observado que los niños imitasen. Ella siempre había pensado que un niño sólo puede aprender algo si alguien le "enseña". Cuando nació su cuarto hijo, ya se había encontrado con la educación Waldorf y la idea de la imitación. Era como si una venda le hubiera caído de los ojos. Se sorprendía de todo lo que su hijo aprendía a través de la imitación. Descubrió que no había que "enseñarle" nada a su hijo. Sólo había que ser una madre activa y cariñosa, y dejar que la imitación del ejemplo hiciera el resto.
El niño pequeño es como una esponja y absorbe casi todo lo que está en su medio ambiente. Y lo más interesante para él son los adultos. Lo que más desea el niño es llegar a ser completamente humano. Se fija en sus padres, maestros y otros adultos para ver cómo aprende a vivir en esta tierra y desarrollar su vida. El niño quiere imitar todo lo que ve en los adultos y hacerlo. Pero el poder de la imitación aún llega más lejos. El niño puede penetrar bajo nuestra piel e imitar nuestros estados de ánimo y nuestros pensamientos sobre la vida. Así pues, tenemos una responsabilidad inmensa. Debemos tratar de ser dignos de ser imitados por el niño. Por suerte, los niños no esperan que seamos perfectos. Pero sí desean que seamos personas que estemos en un proceso de crecimiento interno para poder imitar también nuestro propio esfuerzo.
En el Parvulario, la imitación trabaja a muchos niveles. Cuando la maestra realiza una actividad como hornear, cocinar, pintar, coser, o cualquier otra, los niños la rodean y le dicen: "¿Qué estás haciendo? ¿Puedo hacerlo yo también?". La maestra siempre está a punto para que los niños la ayuden: suele haber una mesa llena de niños a su alrededor cosiendo o cocinando. Una imitación más sutil es cuando algunos niños imitan lo que la maestra hace o lo recrean en sus propias situaciones de juego. En la casita, los niños pueden jugar a que están cocinando o cosiendo como lo hace la maestra.
Cuando los niños absorben el ambiente de concentración y el amor que tiene el adulto por la tarea, una imitación todavía más sutil, pero quizás más importante, tiene lugar. Si alguien está de mal humor o tenso en su tarea, los niños no se acercan a ayudar. Y aún más, absorberán nuestra tensión y nuestra aversión por la tarea, y una tensión reinará en la sala de juegos. Si en un momento como este la maestra puede relajarse, la clase respirará profundamente y entonces el juego se relajará.
Los niños juegan mejor si los adultos de su alrededor trabajan con la concentración y la atención que un buen artesano aplican a su trabajo. El amor por el material, la destreza en los movimientos, el sentido de determinación y la belleza inherente a la tarea se comunican al niño. Estas cualidades son transportadas a su propia actividad y se ve una nueva profundidad en su juego.
El juego más "avanzado" que he visto en un Jardín de Infancia Waldof, fue en Reutlingen, Alemania, donde trabajaba Freya Jaffke. Esta maestra dotada llevaba sus proyectos de trabajo, no para un día o dos, sino para semanas y meses. Trabajaba en un proyecto de costura que tardaba un mes o más en acabar. O hacía juguetes tallados en madera para el Jardín que le ocupaban semanas y meses. Mientras trabajaba, estaba siempre atenta a los niños y a sus necesidades. Día tras día, se escuchaba el rumor quieto y constante durante los noventa minutos en los que la maestra trabajaba y los niños jugaban. Y la calidad del juego de los niños era sorprendente.
Actualmente, en nuestras casas y en los Parvularios, los niños ven muy poco trabajo hecho con esta concentración. Los adultos corren de una actividad a la otra, y un sentimiento de apresuramiento penetra en la vida. Cuando los niños imitan a los adultos apresurados, les entra un nerviosismo y su juego sufre considerablemente. Si no se corrige este nerviosismo, puede aparecer más adelante como una superficialidad en el pensamiento del joven. La habilidad de un niño para imitar pasa por una metamorfosis y aparece más adelante en su vida como la habilidad de tener criterio propio.
Cuando el niño se acerca a la edad escolar (6-7 años), pierde la confianza en que podrá, con la imitación, afrontar todo lo que nosotros hacemos. Entonces, el niño empieza a vernos como a maestros que le podemos enseñar a hacer las cosas. En este momento, el niño está a punto para aprender y busca una "autoridad bien apreciada". Ese es su estado de ánimo cuando se acerca a la maestra de clase. El mismo estado de ánimo afecta a la relación del niño con sus padres y con los demás adultos.
Durante la adolescencia, el aprendizaje cambia una vez más, presentándose como una capacidad para el juicio independiente, el criterio propio. El pensamiento de un adolescente comienza a tomar forma y se individualiza. Esto es especialmente cierto si el desarrollo del niño no ha sido deteriorado durante las etapas de imitación y autoridad.
El juego del niño hace uso también de la fantasía que da vida a todas las cosas. Un cesto se puede convertir en una cuna para una muñeca, o en un barco, o en un plato de comida o en cualquier otra cosa que haga falta para el juego. La fantasía aparece normalmente entre los dos y los tres años. Antes, a los niños les encantan los objetos prácticos de la casa: sartenes, ollas, cucharas de madera, cubos de la basura y todas las maravillas que se encuentran en los cajones. Y se toma las cosas al pie de la letra. Si le das a un niño de dos años un plato hondo lleno de arena y le dices que es un pastel, ¡cuidado! Es muy probable que se lo quiera comer. Los niños de tres años están generalmente en un estado de transición. La fantasía acaba de empezar y todavía no están del todo seguros de las fronteras entre lo real y lo fantástico. He tenido niños de tres años que ven mi oferta de tierra con perplejidad y dicen: "¿Es de broma, verdad?" El niño de cuatro años, al contrario, ya sabe qué tiene que hacer y pone ramitas a la tierra como velas, lo decora con hojas y flores, y ya tiene un pastel de cumpleaños fingido.
Los adultos modernos tienen la tendencia a menospreciar la importancia de la fantasía. La fantasía parece ser contraria a los valores socialmente aceptados como el ser racional, lógico y científico en el pensamiento. El razonamiento y la lógica forman parte importante del pensamiento en el ser humano, pero tan sólo una parte. La mente humana es capaz de muchas formas de pensar, incluyendo el pensamiento creativo, imaginativo. Ashley Montagu, antropólogo norteamericano bastante conocido, dice en su libro Growing Young (Creciendo joven) que el juego de fantasía del niño se encuentra en relación directa con el pensamiento del hombre de ciencia en el laboratorio. Tanto el niño como el científico prueban ideas nuevas con el espíritu de "¿qué pasará si lo hago de esta manera?" El juego del niño es la base para el pensamiento creativo del adulto, dice Montagu. Y añade que el científico quiere que se piense de él que es una persona con imaginación, y no un simple "rastreador de conocimientos".
La fantasía comienza alrededor del momento en que el niño formula sus primeros pensamientos. La mente del niño de tres años se despierta y se abre de preguntas: "¿por qué es azul el cielo?, ¿por qué es amarillo el sol?". Los adultos enseguida pensamos: "Ahora el niño ya tiene tres años y es el momento de empezar a enseñarle las cosas". Pero, cuanto más le enseñamos, más destruimos la fuerza incipiente de la fantasía en el niño. Y sin ella, el pensamiento se vuelve seco y sin vida. Si permitimos que la fantasía fructifique en el pensamiento, entonces una forma de pensar imaginativo y creativo comienza a florecer y a crecer.
La fantasía juguetona de la infancia aparentemente desaparece alrededor de los seis o siete años. En realidad, pasa por una metamorfosis y reaparece como la imaginación creativa interna de la edad del niño de Primaria. El niño puede ahora ver cuadros e imágenes en el interior de su mente. Estos son tan vivos en él como lo han sido las situaciones de juego años antes. La imaginación crece y se desarrolla durante los años de primaria. Pero durante la pubertad aparentemente desaparece. En realidad, pasa por otra metamorfosis y surge como el pensamiento creativo del adolescente y del adulto. El adulto imaginativo será capaz de jugar con ideas y con la misma facilidad con la que antes participaba en el juego fantasioso.
Hay muchas maneras de nutrir la vida de fantasía saludable en un niño pequeño. Hay que ofrecerles materiales naturales sencillos. Un niño con trozos de ramas, piedras, conchas y algunos retales de ropa de algodón, puede crear cualquier cosa del mundo. Jamás se cansará de estos materiales, ya que su fantasía continuamente ve nuevas posibilidades en ellos. El juego creativo con estos objetos naturales fortalece mucho la fantasía del niño. Recíprocamente, cuanto más definido es el juguete, menos ocupará y nutrirá su fantasía.
Podemos darle más posibilidades al futuro adulto posibilitando el juego creativo y evitando aquello que no se lo permite. Mucho amor cálido y un entorno protector, variedad de materiales sencillos para jugar y la posibilidad de ver a adultos haciendo trabajo físico con sentido. Manteniendo al mínimo las exposiciones a los medios de comunicación, como la televisión, el cine, vídeos, etc., para que la fantasía del niño no sea acometida por las imágenes de otra persona y para que la voluntad del niño no sea adormecida al pasar las horas mirando pasivamente. Finalmente, deberíamos mordernos la lengua cada vez que queramos explicarle cualquier cosa a un niño pequeño. Hemos de permitirle el placer de encontrar sus propias respuestas a través del juego.